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miércoles, 6 de agosto de 2014

Los Ojos de Poe I

Capítulo I. Prólogo.

¡Ojalá mi joven vida fuese un sueño duradero!

Y mi espíritu yaciera hasta que el rayo certero

De la eternidad presagiara el nuevo día.

¡Sí! Aunque el largo sueño fuese de agonía

Siempre sería mejor que estar despierto

Para quien tuvo, desde su nacimiento

En la frágil tierra, el corazón

Prisionero del caos de la pasión. - Edgar Allan Poe.



Mi nombre es Edgar. Pero no, mi apellido no es Poe. Aunque a veces desearía que lo fuera. Me estoy muriendo. Cáncer. Los médicos dicen que si no dejo de fumar y empiezo el tratamiento moriré pronto. No me importa. Soy muy joven para morir, pero aún así muero. Soy demasiado joven, pero a la muerte eso le da igual, ella no hace distinciones y yo me rindo a ella sin presentar batalla, porque da igual cuantas armas presentes, cuantas partidas ganes, la guerra siempre será suya. Y yo no me voy a luchar por algo que está perdido. Soy idiota, pero no tanto.
Soy un narcisista, lo llevo siendo toda mi vida y por eso ahora estoy sólo. Conocí a mi Annabel Lee, y la eché de mi vida. No me arrepiento. Sigo fumando después de todo, y ya me duelen hasta los pulmones, no hay calada que de, que no me provoque un ardor insoportable en la garganta. Cada bocanada de aire es un castigo por como me he portado estos años. No tengo un sólo recuerdo agradable. Yo me encargué de destruir todo lo bueno que me rodeaba y mi cuerpo no es una excepción.
No me malinterpretéis, no me arrepiento y ésto no es una lamentación. Nada más lejos de a realidad. Es más bien una confesión. Siempre supe lo que hacía, cada acto estaba hecho a conciencia. Todo es tal y como yo quiero que sea.
Mi único sueño era ser un gran escritor y poeta, obtener fama y después morir quedando en el recuerdo de todos aquellos que disfrutaron con mi obra. Morir, moriré pronto, pero no quedará  nadie en este mundo que me recuerde por mis escritos. Hasta ahora, sueño con que una vez muerto, mis textos se disparen, como muchos de los grandes autores que murieron antes de que sus obras fuesen apreciadas. 
Seré un mártir, un joven poeta de veinte años, que muere sólo y en la miseria, cuyas obras alcanzan el éxito post mortem cuando un puñado de periodistas carroñeros se aprovechen de la vena sentimental humana para explotar mi historia con una sarta de titulares lacrimógenos. Tal vez incluso hagan una película. De todas formas, no aspiro a tanto. Me basta con que el proletario reconozca mi arte, mi aportación a la literatura.
De nuevo comienzo a toser, me asfixio. No puedo soportarlo, me veo reflejado en el espejo de la pared, tengo los ojos enrojecidos, llenos de lágrimas, por el esfuerzo que me supone lidiar contra el dolor y mi cuerpo se agita con cada embestida de la tos. Estoy horrible. Parezco un fantasma. De esos que usan las madres para aterrorizar a sus hijos y que se coman la verdura.
En otro tiempo fui un chaval realmente atractivo, quizá demasiado delgado, con los pómulos muy marcados, los ojos azules enredados en unas ojeras que eran algo inherente a mí, como si ya hubiese nacido con ellas. Tenía la nariz aguileña, me daba un aire interesante, y una boca de labios carnosos y dientes perfectos que todas se morían por besar, pero ese fue un privilegio que sólo permití a mi Annabel Lee... 


Sueños esos pedazos de muerte, como los odio.



PD: A partir de ahora los relatos se publicarán exclusivamente los domingos.
PD2: Quiero avisar también de que participo en un sorteo buenísimo.

3º Sorteo en CDC!

8 comentarios:

  1. Me encanta, es diferente, llevo ya bastante tiempo por aquí y nunca había leído algo de este estilo.
    Un besito.

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  2. Esto promete, como dice Nerea, es diferente.
    Un besi!

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  3. Me ha entristecido tu relato, pero me ha gustado.

    un besooo

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  4. Hola!! Como estas? Espero que bien!!
    En cuanto el relato, me encanto! Me gusta mucho como esta lleno de emociones y sentimientos! Lo escribiste vos? Es una maravilla!
    Besos.

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  5. Bastante diferente a lo que había leido aquí,
    Me ha gustado mucho y yo tambien participo en ese sorteo.
    un abrazo y pásate cuando gustes

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  6. Una historia un poco más gris, y eso me gusta, quiero saber más sobre el personaje. Muy buen escrito, espero sepas aprovechar este personaje que me gusta por su forma hasta ahora mostrada.

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  7. Una vez más un texto que dice muchas cosas sobre la condición humana. Yo me quedo con dos cosas de este relato. La primera es la batalla contra la muerta que efectivamente, está perdida. Y mi manera de enfrentarse a ella ha ido evolucionando conforme ha pasado el tiempo. Pero en este momento de mi vida, estoy en un punto de muerto, una pensamiento similar al de Edgar, ¿para qué tanto esfuerzo, dolor, lágrimas incluso? El día menos pensado, nos vamos al carajo y nada importará. Incluso las cosas buenas dejan de tener sentido. Pero sin embargo, ya que estamos aquí, sin haberlo pedido, sin haberlo querido siquiera, vamos a llenar ese tiempo de las cosas que, en otro sinsentido, nos hacen sentir bien sin que sepamos explicar por qué. Edgar dice que todo lo que ha destruido ha sido premeditado ¿es posible que se haya equivocado? ¿20 años y cáncer debido al tabaco? Son datos que nos hacen ver el estilo de vida que ha llevado. La leyenda de los poetas malditos se maquilla aquí de tragedia y la muerte anda cerca para poner el colofón perfecto.

    Y la otra cosa que me ha llamado la atención es la crítica maquillada a lo impresentable que es el ser humano con los homenajes póstumos y más aún, aprovechando la sensibilidad para con el difunto y hacer una oferta de sus obras. Me queda la duda de qué importancia puede tener que sea un autor conocido una vez muerto, ¿el consuelo de pensar que irá a algún sitio después de esto? Pero es cierto que es patético ver espacios dedicados a García Márquez cuando en vida no los tuvo, y hablamos de un hombre que consiguió mucho en vida. Hay casos más tristes de como la vida se aprovecha de la muerte en un intento de llenarse de materia, como si el hecho de que alguien haya muerto y haya dejado aquí todo el dinero, todas las casas, su ropa, sus yates, su arrogancia, su humildad... no hubiera enseñado nada a los que desbordan maravillas mirando para su bolsillo, sin ser conscientes, que dentro de un minuto, el que esté en la caja, sea él mismo.

    Edgar, amigo, aprovecha el tiempo que te quede, que ni siquiera tú mismo lo sabes, ni los médicos lo saben. Y crea emoción. Emociónate con tu escritura, aunque no vivas lo que escribes. No busques un sentido, no escribas para impresionar a Anabelle Lee, escribe para emocionarla, sin esperar nada por su parte. Es una forma de eludir el dolor de la soledad cuando tan cerca se está del fin. Te lo dice alguien que te entiende muy bien...

    Y a ti, guapísima, me sigo quitando el sombrero ante tu habilidad de contar historias que hablan del presente y parecen ambientarse en un pasado que no se sabe ubicar con exactitud.

    Un besito muy grande y que tengas un fin de semana lleno de cosas bonitas y sueños cumplidos.

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