Lady
Lo
Entro
al Club como cada Jueves por la noche, me acerco a la barra y saludo
con entusiasmo a Carl.
Si.
Esa soy yo. Lady Lo... Al menos, lo soy cuando estoy aquí. En casa,
o en clase, me llaman simplemente Lolita...
En
este trabajo no me queda otro remedio... ¿Dónde se ha visto una
“acompañante” fea? - Le pregunto irónicamente, haciendo las
comillas con los dedos.
No
estarías fea aunque te lo propusieras, niña.
Carl
es casi como un padre para mí. Me cuida mucho... Dentro de lo que
cabe... Quizá os preguntéis a qué me dedico... Pues bien, no soy
prostituta, si es lo que estáis pensando. Tampoco me desnudo por
dinero, ni nada por el estilo. Simplemente, me paseo con hombres
bastante mayores, adinerados, de esos a los que les gusta salir con
una niña jovencita y coqueta, para presumir ante sus amigotes...
Siendo
sinceros, y yo siempre lo soy, no es el trabajo de mis sueños. Pero
me ayuda a pagarme los estudios y a distraerme. ¿De qué? Pues no
sé, la verdad. Pero me ayuda y punto.
¿Te
pongo algo, preciosa? - Me pregunta Carl. Y por priemra vez reparo
en él de verdad. Es bastante mayor, está calvo, salvo por una
coronilla de pelo gris y despeinado. Está bastante más gordo desde
la última vez en que me paré a mirarlo, lleva una camiseta blanca
de tirantes y está sucia... Me apena. ¿Pero que puedo hacer yo por
él?
Carl,
sabes que no bebo.
Si,
si , tienes razón – Me sonríe, tiene los dientes sucios, los que
le quedan. Hago una mueca y me voy a cambiarme.
De
camino al vestidor me encuentro con Matt, es un anciano amable, nada
prepotente, que aveces me pasea por su mansión. Yo soy su “chica
de casa” y mi compañera Thalia, una mulata impresionante su “chica
de yate” suele llevarla a navegar en verano. Me alegro de no ser
yo. El hombre me saluda alzando las cejas y yo sonrío.
En
el vestidor está Carmen, hay un montón de ropa por el suelo. Otra
vez no sabe que ponerse...
Lady
Lo – Me dice melosa. Adora mi nombre. Ella aquí, se llama Malika.
Está muy solicitada. No es para menos. Yo aveces la envidio... Es
preciosa, tiene un cuerpo de infarto... Luego recuerdo como son las
cosas aquí y se me pasa...
Yo
soy una chica del montón. Muy del montón. No tengo demasiado
pecho... Prácticamente no tengo nada. Estoy delgada, si, y tengo
caderas. Pero nada por lo que la gente pueda girarse en plena calle
como la mayoría de mis compañeras... Pero a pesar de todo, estoy
bastante solicitada aquí en el “Club Clab” … Quizá os estéis
preguntando por qué... Pues bien, ahí va mi secreto...
La
mayoría de mis clientes no son hombres mayores que me pasean como un
trofeo, yo soy la “nena de los gays” como me apodó mi odiosa
compañera Ave... Que es un nombre que le va ni al pelo, yo la
desplumaría sin pensarlo... En fin, que me disperso... Mis clientes
suelen ser jóvenes, (más o menos) y casi siempre homoxesuales, muy
pudientes, pero con familias dolorosamente conservadoras.
No
suelen ser guapos... Tampoco es que me importe, pero es relevante
para el relato. Sus familias no esperan que ninguno de ellos llegue a
casa con compañeras como Malika ni Thalia, pero yo, parezco tan
normal. Tan chica de la cafetería de la esquina, que soy simplemente
perfecta para ellos. Fin. Si, mi secreto es ser más normal que la
arena en la playa. Eso no es todo, claro, también tengo carisma,
saber estar, y esas cosas, pero fisicamente hablando no soy nada.
Aunque tampoco me importa demasiado.
De
acuerdo con mi agenda, tengo cinco novios; Charles, un niño de mamá
que prefiere los videojuegos y el porno gay, pero quiere tener
contenta a mamá, yo soy Katia, me conoció en clase de cocina y yo
me enamoré locamente de él, su madre no me soporta y eso que he
hecho exactamente lo que me pidió él. No entiendo a esta familia
(yo los odio a ambos, aunque es el más agraciado), Jules, un
informático que se define a sí mismo como asexual, pero que tiene
tanto dinero que para tener callados a sus amigos me lleva a sus
encuentros para jugar a videojuegos y comer pizza, con él soy María,
una chica muy tímida, que adora los videojuegos y el manga, pero es
celíaca. Los papeles que me toca interpretar son curiosos, todo
peticiones de mis clientes. A veces no sé quién soy... Lo
aseguro...
Después
están Martín, Andrés y David, los tres parecen cortados con el
mismo patrón, homosexuales que no se han atrevido a salir del
armario y que me llevan de fiesta en fiesta, de cena en cena, y lo
peor de casa en casa... No sabéis lo que es dormir en la habitación
de invitados de una casa que no es la tuya, sabiendo que tu cliente
está dos habitaciones más allá acostándose con otro tío... La
última vez que miré, Andrés y David estaban liados entre sí. Y
Martín, estaba a punto de desechar mis servicios. Decía que quería
salir del armario... Espero que le vaya bien. Siempre me traía el
desayuno a la cama, y me contaba muchísimos chismes. Son divertidos.
Todos ellos, bueno... Charles no.
En
ese momento Danielle, más conocida como Jey-Jey (no preguntéis por
qué), entra mascando chicle, pdio esa costumbre suya.
Nuevo
cliente a la vista, nena – Hace una pompa con el chicle – Dicen
que es guapísimo y uno de los más adinerados que han pasado por
aquí. Y, lo más grande, NO – ES – GAY.
Todos
nuestros clientes son adinerados, y si no es gay, algo debe tener,
sino, no estaría aquí.
Lady
Lo – Dice Jey-Jey – Que sosa eres, como se nota que no tienes
que tratar con los viejales, siempre quieren tocar más de la
cuenta.
En
ese momento llega Eme, el jefe del Club Clab.
Chicas,
¿Estáis presentables?
¡Cómo
si te importara! - Respondo burlona.
MI
LADY LO – Entra, sin esperar respuesta de las demás y me abraza
con fuerza. - Que guapa estás, muñeca – Dice, y me besa en la
mejilla.
Eme,
siempre me ha cuidado bien, desde que llegué, es como un hermano
para mí, tiene como unos diez u once años más que yo. Y me trata
como si fuese una muñeca, de hecho me suele llamar así.
¿Estáis
listas? Vais a conocer a Vladimir Broody. - Trato de hablar pero me
lo impide – Salid fuera. En formación, ya, ya ya. Lo siento,
Lo...
No
me llames, Lo, nunca.
Perdona
“Lady Lo” - Dice – Esto es muy importante para el Club.
Salimos
de los vestuarios y entramos a la sala VIP. Hay moquetas rojas y
moradas. Con poca ropa están allí “Caramelito”, “Boom Boom”,
“Chantelle” y nos incorporamos “Jay – Jay”, “Malika” y
yo. La verdad es que por un momento no sé que hago allí. Son todas las
“chicas explosivas” y yo formo parte de otro mundillo. Son todas
altas y esbeltas... Y yo con mi metro sesenta y tres... No pinto
mucho. Pero no hago ningún comentario al respecto.
En
ese momento, un hombre guapo, trajeado, entra por la puerta. Lo miro
de arriba abajo, tiene el pelo peinado hacia atrás, los ojos claros
y sonrisa de anuncio. Pienso que es de los míos, los del armario.
Pero me han dicho que no, así que dudo.
Odio
cuando me hace sentir como un objeto. Soy una persona. Vale que mi
trabajo sea poco ortodoxo... Pero sigo respirando, o eso creo. Desde
que ha entrado este hombre... Me siento rara.
Uno
a uno, vamos diciendo nuestros nombres, y ahora que los oigo uno tras
otro, todos me suenan ridículos... Y no quiero que llegue mi turno.
¿Y
tú eres? - Dice mirándome a los ojos.
Lady
Lo.
Lady
Lo – Repite serio. Y de repente sonríe, como si fuese lo más
ingenioso que ha oído en su vida. - Te quiero a ti.
Y
yo busco a Eme.
Y
tengo un buen presentimiento.
Unas
hora después todos los trámites están hechos y me quedo a solas
con él.
Bueno,
Lady Lo, ¿Cómo te llamas?
Como
usted quiera.
Tutéame,
soy Vladimir... ¿Cómo yo quiera? Bueno... Quiero que te llames,
como te pusieron tus padres.
Uy,
no – Digo, y trato de ser lo menos ruda posible – No me gusta
trabajar con mi verdadero nombre. Usar pseudónimos me ayuda a
distanciarme.
Curioso
– Dice llevándose un dedo a la barbilla. - Y si pudiéras elegir
un nombre ¿Cuál sería?
Vladimir,
yo trabajo a mi manera - Digo, tratándo de parecer profesional –
Usted me dice que servicio necesita y me proporciona un nombre. A
partir de ahí yo creo un perfil.
Me
gustas. Eres directa. Te lo tomas en serio, así que te diré la
verdad. Pero sólo debes saberla tú, me tomo muy en serio todo
esto.
La
confidencialidad es algo que llevo muy bien.
Solo
puedo decirte que mi trabajo está en juego, y no no puedo decirte a
qué me dedico.
No
pensaba preguntar.
Necesito
que seas mi pareja en algunos eventos. Te llamarás Capriccio Jones.
¿Capriccio?
¿Qué
pasa?
Suena
a nombre de una de mis compañeras.
¿Se
te ocurre algo mejor?
Amanda.
¿Amanda
Jones? Me gusta.
Así
cerramos el trato.
Y por primera vez desde que entré a trabajar, sentía auténtica curiosidad por alguien.
PD: En un principio, esto no iba a ser más que un relato corto, pero a medida que he ido escribiéndo me he enganchado a la historia, y se me ha ocurrido una trama, que creo puede estar bastante interesante. Así que muy atentos al futuro de "Lady Lo".
El relato se llamará Serendipia, y muy muy pronto os traeré la Sinopsis.