Abatida. Derrotada se sienta en la cama y se lleva las manos a la cabeza. "Esto no es vida" se dice a sí misma. Lo fácil es para la gente mediocre. Ese es su lema. Ya ha pasado un mes. Ha tenido mucho tiempo para pensar. Y ha llegado a una conclusión, pero no le gusta. Por eso la evita a toda costa. Aunque tarde o temprano deberá comprender que no puede hacer nada contra la vida. Si las cosas le han salido así debe ser por algo.
Coge el teléfono, lo busca en su agenda. Acaricia la pantalla con melancolía. Se pregunta si ha hecho algo mal. Conoce la respuesta. Ya está todo dicho. No quedan cartas para seguir jugando. Agotó todos sus movimientos y ahora piensa que jugó mal. Pero lo cierto es que no. Le toca mover a él, y ya lo sabe. Ya le ha dado un aviso. Teme. Teme que sus próximas palabras sean una despedida, aunque más teme que no vuelva a hablar.
Un adiós pasivo. Una forma de demostrar que no sólo la ha olvidado, si no que jamás la tuvo en su cabeza. La partida estuvo bien, pero su rival era demasiado.