Capítulo VI. Hechizos.
George sostiene en sus manos el cubo de rubik, le da vueltas y suspira. Cada día se siente menos mareado, menos aturdido, pero a pesar de todo no deja de ver cosas extrañas. Cosas sin explicación aparente y que lo hacen sentirse un poco desquiciado, tal vez lo esté, pero se resiste mucho a pensarlo.
Su estómago ruge con la fiereza de una bestia que lleva días sin comer. Y se levanta tambaleándose. No tiene muchas fuerzas, no recuerda cuando fue la última vez que se llevó algo a la boca. Se acerca a la despensa y saca pan de molde, está caducado desde hace unos días, pero le da igual, saca un poco de mantequilla de la nevera, y la unta en el pan, unas lonchas de jamón y un café cargado.
Vuelve al salón donde dejó el cubo de rubik, y al sostenerlo en las manos, descubre que la cara roja y la amarilla también están completas. Algo no cuadra, no recuerda haberlo hecho.
Da un gran mordisco a su sandwich y alguien llama a la puerta. Se acerca despacio, y mira por la mirilla, pero se topa de bruces con la oscuridad. "¿Quién es?" grita, pero no obtiene respuesta. Se termina el almuerzo y apura el café antes de volver a preguntar. La curiosidad es más fuerte que él y acaba por abrir la puerta.
Frente a él, tres mujeres jóvenes vestidas de negro lo observan. Cansado de las alucinaciones y de los visitantes extraños que llevan toda la semana apareciéndose, se lleva la mano izquierda a la frente, y con una rudeza impropia de él, suelta:
-¿Qué queréis vosotras?
- Ayudarte - Dice, una de ellas, la que lleva el pelo más corto y de color rubio.
- ¿Ayudarme? ¿Cómo?
-Sabemos donde está tu hijo.
Por un momento logran captar su atención, pero recuerda a todos los personajes que se han sucedido y la esperanza se evapora, una vez más.
- Fuera de aquí.
-George - Continúa hablando, otra de las jóvenes, est vez una chica con ondas grande sy el pelo rojizo - Necesitas nuestra ayuda. Tu hijo la necesita. TE necesitad- Dice haciéndo énfasis en el pronombre.
Está cansado. Cansado de los síntomasas, de las fases del mono. Está cansado de no entender, de luchar. Está harto de todo. Pero sigue queriendo a su hijo. Nunca se cansará de buscarlo. De intentarlo. Aunque esas mujeres sean fruto de su imaginción envenenada por la bebida, no pierde nada por escucharlas. Por escucharse.
- ¿Qué tengo que hacer?
-Te ayudaremos a entrar en trance - Habla la última de las tres, con el pelo muy largo y negro como el azabache.
- ¿En trance? ¿Para qué?
- Para conectar con el más allá - Vuelve a hablar la rubia. Y de repente se acuerda de Cara. ¿Qué habrá sido de ella? Hace mucho que no saba nada.
Deja de hacer preguntas. Asiente con la cabeza y se deja llevar por las tres encapuchadas que lo ordenan tumbarse en el sofá, se sostienen las manos haciéndo un círculo en torno a él y comienzan a decir algo en un idioma incompresible. Al principio es solo un murmullo, pero poco a poco se convierte en un grito.
George siente como le abandonan las fuerzas y cae en un profundo sueño, del que tal vez, no vuelva a despertar...
Es la última oportunidad de recuperar a su hijo...
El amor de un padre hacia un hijo es increíble y está claro que George haría lo que fuera por recuperar a su hijo con vida.
ResponderEliminarEspero con ansia el próximo capítulo.
Un besito.
¡Qué ganas tenía de leer un nuevo capítulo! La verdad es que está claro que el alcohol arruina cualquier vida...
ResponderEliminarSaludos, espero que el próximo capítulo no tarde.
Es el primer capítulo que leo (o eso creo) de este pequeño libro que estas escribiendo. Pero me han entrado ganas de saber más, la verdad es que pinta bastante interesante por lo que intentaré entrar más a menudo para estar al tanto de los capítulos siguientes, o directamente entraré en el apartado de relatos que serás más fácil y cómodo.
ResponderEliminar- sonríe eternamente -
Hacía algún tiempo que no pasaba por los blogs, así que me leído los que habías escrito hasta ahora de esta pequeña historia y me encanta.
ResponderEliminarEspero el siguiente ^^
Un beso.
Perfecto <3
ResponderEliminarQué preciosidad.
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