Delirium Trémens I

Capítulo I. Prólogo.

Camina arrastrando los pies, botella en mano,  por una calle que le resulta familiar, aunque ya no tiene ánimo, ganas, ni fuerzas, como para molestarse en, tan siquiera, intentar reconocerla. Este es George, un hombre de cuarenta años, desaliñado, cansado de una vida que hace tiempo le dio la espalda. Anda encorvado, su barba descuidada lo hace parecer un indigente. Sus ojos oscuros, tuvieron un brillo anteriormente que conquistaba a la primera mirada. Ahora ese brillo se ha apagado, y parecen vacíos. Es como si no mirasen. Lleva la ropa hecha girones, y su olor corporal invita a las arcadas.
Cuesta creer que estemos hablando de George Peace, el hombre condecorado. El Sargento George Peace, un hombre que jamás se daba por vencido hasta acabar los casos. Un hombre que arrancaba suspiros a las mujeres con tan solo chasquear la lengua, un hombre que a pesar de todo, solo amaba a Carol, su esposa. Un hombre que quería a su hijo Cam más de lo que quería a su propia vida... Tal vez por eso ahora está así. Sin él, su vida, ya no es nada. O eso cree...
Fue hace ya nueve meses... Carol caminaba junto a Cam, a la tierna edad de tres años, todo parece nuevo, todo es interesante... Aquella señora gorda con el pelo de un color estrambótico, la tienda de golosinas, los coches de tantos colores y tamaños. Los inocentes ojos del niño repasan cuanto ven tratando de captar cada segundo. Y algo lo hechiza, como si fuese magia. El semáforo. Alto. Completamente nuevo para él... Y entonces ¡Cambia de color! ... Mientras él trata de alcanzar la parte más alta de la viga que tiene el poder de detener a los coches, su madre se distrae con las preciosas joyas de Tiffany's... Ese collar... El brazalete... ¡Los pendientes a juego! ... Si ya lo decían, los diamantes son los mejores amigos de la mujer, aunque esta vez, la vanidad le costaría un precio demasiado caro.
Cuando la mujer, todavía embelesada por el brillo del escaparate se gira en busca del fruto de su amor, no lo encuentra. Un escalofrío le recorre todo el cuerpo y empieza a ver borroso. Tiembla. Y mira frenéticamente de un lado a otro, tratando de encontrar a ese pequeño muñeco rubio que hace unos minutos llevaba de la mano. Un grito ahogado sale de su garganta y cae al suelo, pero no tiene tiempo de hacerse un ovillo. Se levanta y a trompicones corre por la calzada, se acerca al semáforo que cautivó a su hijo y se agarra como puede a él para no caer al suelo. Unos cuantos curiosos la miran. Se debaten entra acercarse o no, el miedo a que sea una loca, el altruismo por ayudar a quien parece desvalido y un poco de curiosidad, hace que algunos se decidan.
- ¿Señora? ¿Se encuentra bien? - Pregunta un hombre mayor, vestido de traje y con un sombrero.
- ¡Mi hijo! ¡Mi hijo! ¿Dónde está mi hijo? - Sus ojos ven, pero no miran. Su boca profiere sonidos, pero no piensa lo que dice. Todo es instintivo. Ya no está en la calle, está centrada en su hijo desaparecido. Recordando como era, por miedo a olvidarlo, si no vuelve a aparecer. Este último pensamiento, "No volverá", la hace derrumbarse. Carol comienza a llorar y cree que no podrá parar nunca. No desea parar nunca. Lo único que pretende es ahogarse en su propio llanto. Su hijo ha desaparecido mientras ella miraba joyas... ¡JOYAS!
***
George da un trago largo a la botella... El Whiskey barato es realmente asqueroso, le araña la garganta, le deja un sabor más que horrible en la boca, y aún así da otro trago, más largo aún si cabe. Recuerda donde estaba cuando le dieron la noticia. 

Secretaria nueva, Cara, pelo corto y negro, ojos grandes y oscuros. Sonrisa arpía. Gafas, como le gustaban. Estaba hablando con ella, embelesándola con sus palabras. Jugando con la muñeca nueva de la comisaria, aunque después no pensase acabar la partida...
- ¿Sabes? Te gustará trabajar aquí, Cara.
- Estoy segura de ello - Dice con una sonrisa maliciosa.
Los dos sonríen. Es entonces cuando el Teniente Dave se acerca a donde están, su cara seria lo dice todo, pero George no tiene los sentidos puestos en su superior. 
- George...
- ¿Qué pasa Dave? 
- ... George ... Será mejor que te sientes... Esto no es fácil, George...
Se tensa. Sus músculos se vuelven rígidos y miles de ideas horribles atraviesan en un minuto la mente de George. Pero nada de eso lo prepara para las siguientes palabras del teniente.
- George, Cam ha desaparecido.
***
Recordarlo lo hace sentir como en aquel momento. Se marea. El mundo parecer girar en sentido contrario. Oye las ratas a su alredeor, parece que se ríen de él... Cam, ¿Dónde estás? Dice. Más para sí que para que lo oiga nadie. 
Los meses que siguieron a la desaparición fueron aún peores, culpaba a Carol de todo. Para él, esa mujer había destrozado su vida, y aunque el fondo sabía que no había sido a propósito, que ella también estaba sufriendo, no podía evitar odiarla. Su niño... Su precioso niño de pelo rubio, y ojos ámbar. El sonido de su risa como unos cascabeles alegres que siempre lo hacían sonreír. 
George se volvió agresivo, mujeriego y alcohólico. Carol trataba de acercarse a él, pero sólo conseguía chocar contra el muro de su desprecio, sus palabras envenenadas. Ella no podía con tanto peso. El de la culpa que la consumía, y los reproches de la persona a la que ama. Estaba destrozada. Embotada por la multidud de pastillas. Antidepresivos, pastillas para conciliar el sueño... Tranquilizantes. No podía más. Fue entonces cuando Marc, apareció en su vida. El secretario de su terapeuta era guapo, no demasiado joven, pero daba igual. Le daba el cariño que su marido le había retirado hacía ya cinco meses.
***
Ahora George, recuerda a su mujer, pero no se siente culpable de las cosas que le dijo. Lo sigue pensando. Ahora tiene mucho tiempo para pensar. Después de lo de su hijo, del nuevo novio de su mujer, de la que aún no se había divorciado, y de su nuevo afición de llegar borracho al trabajo, la vida del Sargento había cogido una carrera descendiente y nadie sabia donde acabaría. Pero todos estaban seguros de que el resultado sería catastrófico.
***
- George, esto no puede seguir así - Dve hablaba serio, desde el otro aldo de la mesa de su despacho. Sujetaba un bolígrafo con la mano izquierda y a veces se lo llevaba a la boca para mordisquearlo.
- ¿Vas a echarme? - La agresividad de George aumentaba con el alcohol. 
- Tómatelo como unas vacaciones.
- Sólo quiero a mi hijo... - Hablaba con pausas largas, como si encontrar palabras tan simples como los artículos para hacer coherente las frases le costase de forma sobrehumana - Soys una panda - respira hondo - De inútiles.
- George...
- ¡NO! - Grita. Movido por el whiskey y la rabia. Cegado por sus instintos- ¡NO ME ECHAS! ¡ME VOY! ¡YO SOLO ENCONTRARÉ A CAM! ¡ CAM HIJO MÍO, PAPÁ VA A BUSCARTE! - Las lágrimas caen por sus mejillas y le dan un aspecto tétrico. 
La imagen de un hombre completamente roto.
***
A pesar de que aquel día iba borracho lo recuerda perfectamente. Han pasado dos meses más desde entonces. En total son nueve, y sigue sin saber nada de su hijo. La única conclusión a la que ha llegado es a que el alcohol no es una solución, así que es hora de tomar una decisión.
George va a dejar de beber. Se acabó la anestesia de los sentidos para ahogar el dolor. Necesita estar completamente despierto para encontrar a Cam.
... Lo que George no sabe, es que uno de los síntomas del mono iba a pasarle factura.



9 comentarios:

  1. Esta nueva historia me ha encantado, no es muy común que el protagonista (o uno de ellos) sea un niño perdido. Como siempre buscas cosas que nadie encuentra y por eso, deberías estar orgullosa.
    En fin, espero un nuevo capitulo pronto porque me ha encantado, ya lo dije antes.
    Un besito.

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  2. Muy buena historia, me ha encantado este primer capítulo, espero que el segundo venga pronto.

    Saludos, nos leemos.

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  3. Me ha gustado mucho, espero impaciente la continuación.

    Un abrazo!

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  4. Me encanta. Si el prólogo es así, ¿qué espero del resto? Estoy ansiosa de ver lo que sigue.
    Un besazo.

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  5. Un ejemplo genial sobre la de vueltas que puede dar la vida en cuestión de un segundo. Lo que tarda un semáforo en cambiar de color y desaparecer alguien. También muestra el precio que se paga por el descuido y que no importa lo alta que sea la torre, que puede caer en cualquier momento y tener que empezar desde menos que cero.

    Si fuera el libro que leo un rato antes de dormir cada noche, no lo cerraría ahora y seguiría. La intriga es grande y tu forma de escribir es un delirio tremendo. Enhorabuena guapísima.

    Un beso grande y que tengas una semana que comienza llena de cosas bonitas ^_^.

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  6. Me ha encantado este primer capítulo, espero entusiasmada al segundo. Esta es una historia muy curiosa.

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  7. Hola!

    Precioso relato, estaremos atentas a este blog! Te seguimos =)
    Un beso, te esperamos por nuestro blog nuevo =)

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  8. Precioso relato , me lo imagine todo !! me encanto, te felicito :)
    Saludos!!

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