Frío

"La Estrella de los tejados, lo más Rock n'Roll de por aquí, los gatos andábamos colgados
Ladie Madrid"


Era otro día de invierno particular, caminaba por casa buscando algo con lo que  ocupar la mente y fue entonces cuando cometí el error de encender la televisión.

"Hoy hace un año de la Trágica Muerte de Cariba Bries..." De un golpe apagué el interruptur y me quedé a oscuras en aquella estancia vacía. O no tan vacía su recuerdo inundó la sala y la sentí.

"Frío"

Así me dijo que se llamaba. Frío. Aunque  todos sabían que su nombre real era Cariba... Cariba Bries... 

La conocí en terapia, siempre abrigada hasta el cuello, tantas capas como una cebolla y auriculares. Era guapa hasta sin maquillar, y su himno de guerra era Ladie Madrid de Pereza. Yo la veía reflejada en aquella canción, era la estrella de la terapia, pero no le importaba y yo me sentía fuertemente atraída hacia su personalidad.

Eramos un grupo grande con trastornos alimenticios, pero nosotras éramos diferentes, yo, por mi parte, deseaba recuperarme, pero Frío no. Ella siempre decía "que era importante ser fría por dentro y por fuera y que sobre todo era importante serpiel y hueso, porque no hay mejor escudo que el que proporcionan las costillas al corazón"

Estaba tocada emocionalmente, era errática y neurótica, pero a pesar de todo yo la quería.

El día que me fui y la dejé allí, fue el día más difícil de mi vida.

***


Mi madre me prohibió volver a ver a Frío y jamás pude regresar al centro, pero la buscaba en las redes, le dejaba mensajes en todas las páginas donde creía que ella podría estar, nunca supe si los leyó.

La noche en que me llamó, la sentí al otro lado del teléfono, y deseé saber como estaba, pero ella no me escuchaba, era como luchar contra un contestador.

- Ma Petite, espero que estés bien...
-  ¿Frío? ¿Eres tú? ¿Has leído  mis mensajes?
- Te llamo, porque yo también te he querido siempre...
- Frío yo aún te quiero.
- Y me alegra saber que podré oirte una vez más, antes de convertirme en la Estrella de los Tejados...
- Frío, ¿Qué dices?
- Me voy, para siempre, pero es importante que sepas, que lo he conseguido, que soy libre y que a partir de ahora nunca volveré a cantar tras las rejas.
- ¿Frío? - Entonces comenzó a cantar su canción.
- La Estrella de los Tejados...
- Lo más Rock n'Roll de por aquí... - Dije entre lágrimas, adelantándome a lo que estaba a punto de ocurrir.
- Los gatos andábamos colgados...
- Ladie Madrid - fue casi un sollozo.
- Te quiero, mi pequeña y siempre lo haré.
- Y yo a ti, Frío.

La comunicación se cortó y lo siguiente que supe fue que había saltado desde la azotea de un edificio, no sobrevivió, claro que no... Aunque siempre estaría viva en mí.

En cuanto pude me cambié mi nombre por el suyo, y al oír en la Televisión, la "trágica" historia de Cariba Bries, no supe si se referían a ella o a mí... 

- La Estrella de los tejados - suspiré. Y la temperatura de la habitación descendió hasta que volví a sentirla...

Frío... 

Era Él más IVA

El más Guapo.
El más simpático.
El más agradable.

El más.

Y por eso yo, siempre pensé que debía ser menos. 

Menos que él.
Menos que nadie.

Nada.

Yo lo buscaba en todas las Estaciones. Verano, Otoño, Primavera, en Invierno, en las de tren y en las de autobús. En los semáforos en rojo y a veces hasta en los verdes, (en los ámbar tomaba un respiro), como cuando los domingos dejaba de quererte para quererme a mí.

Pero hoy no lo he conseguido, porque ha sido una semana difícil. Porque has estado aquí, y me has acariciado las cicatrices, me has abierto las heridas. Me has sonreído y ahora yo también lo hago.

Sonrío con el corazón roto y me río de la vida. Porque sé que ya no serás tú, pero yo siempre seré yo, aunque no me quedes. Porque no habrá un nosotros, pero a ti y a mí, siempre nos unirá la "y". Porque si no puedo tenerte cerca, debajo, encima, o donde sea, al menos puedo respirar de tu sonrisa. Y tal vez un día, reconozcas que algunas veces, te las he provocado yo.

Tal vez un día, lejos de las estaciones, nos volvamos a cruzar.

Y quizá tú ya no seas Él más, y yo no sea la menos.

No más daños en años

No quiero buscarte en otros besos,
no quiero encontrarme en otros brazos,
no quiero volver a sentir lo mismo,
porque nada será igual.

Cuando el verano más frío de mi vida me había hecho tocar fondo, llegaste. Llegaste en otoño, y las hojas secas cayeron al suelo. 
Temía, que al pisarlas, su crujido te espantara. Lo único que me separaba de ti, era un puente cubierto de hojas secas y mi miedo a las alturas. Me armé de valor, y pisé con fuerza, sentía como cada paso rompía miedos, viejas historias, antiguos recuerdos. Sentía pánico y sentía libertad. 

Entonces llegué al final, y te miré y me miraste, y el otoño me besó las mejillas dejándome la nariz helada, pero daba igual, porque tú calentabas mis manos. Hacía tanto que había olvidado lo que se siente, que era como vivirlo todo por primera vez... Y me enganché a esa sensación.

No han pasado ni tres meses y ya me dices que tienes que irte. Y no hay trenes, ni autobuses, ni más Estaciones. El otoño más cálido de mi vida, se marcha antes de tiempo para dar paso al Invierno más cruel de todos los tiempos, y yo no puedo detenerlo.

Te vas,
me hielo.

Pero fue bonito mientras duró.
Y aunque no nos quede París, 
siempre tendremos Málaga la Bella.

Y aunque el café esta frío,
y el mundo parece menos bonito,

las luces de Navidad seguirán encendidas hasta que decidas irte.

Gélida

Era un día más. Otro invierno. Otro infierno.
Eran unas ganas horribles de escapar, otra vez.

Era otra boca, otro sabor.
Pero la misma historia.

Era otro cuento sin hadas,
pero era suyo,
jodidamente suyo.

Y así llegó él,
no sabía si para quedarse,
o para irse como los demás.

Pero había llegado,
y ya era más,
de lo que habían hecho otros.

Tal vez, bastara con eso.
Un poco de cariño,
para unos huesos fríos.

Un Nuevo Octubre,
un Noctubre.

Veneno

Soñar despierto Dormir contigo Viajar despacio y volver.




Ardía. 

Habían sido cuarenta y siete días, y el fuego, lo convirtió todo en cenizas, que se congelaron, que después se volvieron agua. Y una vez así, pasaron a secarse y de nuevo ceniza. Y otra vez ardieron, más fuego. Que quemaba, como veneno en la sangre. 

Amor/Cicuta. Odio/Arsénico. 
Todo mata,
pero a su propio ritmo.

Fuego visceral. Asco. Odio. Rencor. Ira. Miedo. Todo. Nada.

Sentía tantas cosas, que la mezcla me provocaba arcadas, pero había prometido no llorar. Y no lloré. Y no lloraré.
Porque llega un punto en que te quedas seco.
Y es en ese momento en el que debes aprovechar la frialdad, para levantar la cabeza, mirar hacia delante y seguir tu vida.

Rompe el hielo. Bebe el agua. Sopla las cenizas.
Juega con fuego,
y quémate.

Ya nada volverá a ser como antes.

¿Sabes cual es mi problema?
Que si me muerdo la lengua,
trago veneno.


Y aquel momento,
que fue perfecto,
Copacabana y claqué.

Cuentame Tu Historia II


  1. Por Todos los Buenos Momentos.

Personaje que puede controlar el tiempo, que cada vez que viaja al pasado pierde un recuerdo.

Mi nombre es Noah, cuando era niño, mi padre siempre me decía que yo estaba destinado a cargar con el don de la familia, me resultaba peculiar que hablase de “cargar”, como si fuese una maldición, algo que tendría que soportar, y que a la vez lo llamase “don”. Pero yo solo tenía siete años, y mi padre siempre fue un tipo raro desde mi punto de vista, y el del resto de mi familia.

Cuando mi madre murió, empecé a entender cual era exactamente eso “don” del que hablaba mi padre, yo podía controlar el tiempo, podía viajar atrás en él. Así que pasaba la mayor parte de mi tiempo, regresando con mi madre, una y otra, y otra vez. Pero claro, eso no era tan sencillo.

Cada vez que regresaba a esos “tiempos mejores”, en los que mi madre me abraza, y me arropaba cada noche, perdía un recuerdo. Una vez, estuve a punto de olvidar a mi padre, que murió a los siete años, de olvidarme a mi mismo, fue entonces cuando me prometí a mi mismo, que no volvería a pasar. Que era el momento de pasar página.

Yo tenía diecinueve años, y allí estaba ella. Cara, era la chica más preciosa que había visto nunca. Con su pelo largo, como hilos de oro, sus ojos claros como el cielo a primera hora de la mañana. Se convirtió en mi vida, pasábamos horas y horas juntos. Era mi único motivo para levantarme de la cama desde el accidente que se había llevado a mi padre... y era lo único que soñaba cuando me iba a la cama.

La convertí en mi mundo, y eso acabó por agobiarla, ahora que lo pienso es normal; cada vez que salía con sus amigas, yo me quedaba en casa, como un cachorro abandonado, me hacía un ovillo en la cama, y me quedaba esperándola, miraba el móvil, por si me hablaba, y me quedaba en silencio mirando al techo, esperando oír la cerradura, para salir a su encuentro nada más llegar.

El día que me dejó, sentí de nuevo ese dolor tan familiar de las pérdidas, primero mamá, luego papá, y ahora Cara. Ahí comenzó mi momento de autodestrucción, todo había acabado para mí. Ya no quería ser Noah. Retrocedí en el tiempo, tanto como pude; mamá y papá me llevaban a la playa, la primera cita con Cara, mi sexto cumpleaños en Disney World, el primer beso, nuestra primera noche juntos.

Por primera vez, me atreví a ir más allá, llegue al 25 de Mayo de 1986, la boda de mamá y papá, eran tan jóvenes, estaban tan guapos, y yo aún no había nacido. Veía sus rostros, alegres, eternos, sus ojos brillaban tanto, que podrían haber eclipsado el firmamento. Entonces empecé a marearme, algo no iba bien. Salí de la iglesias con muchos esfuerzos, un sudor frío me bajaba desde la frente hasta la nuca, ¿Qué me estaba pasando? Por más que intentaba respirar, cada vez parecía más difícil, el pecho me ardía.

Caminaba con dificultad, por las calles, pedía ayuda, pero la gente parecía no verme. Me agarré a una farola, y me miré a duras penas en un escaparate; estaba encorvado hacia delante, me temblaba el cuerpo, mi cara parecía estar adoptando una forma poco humana. Me incorporé y traté de cruzar la calle, oí un claxon sonar muy cerca. El autobús estaba demasiado cerca.

… … …

  • ¡Está abriendo los ojos! - Chico, chico, ¿Me oyes?
  • … mmm … ¿Dónde estoy?
  • En el hospital, has tenido un accidente, pero ya estás fuera de peligro, soy el doctor Arnold, no llevabas documentación encima, y no hemos podido contactar con nadie, ¿Cómo te llamas?
  • Mi nombre es... Mi... Mi nombre... Mi nombre es...

El doctor, y las dos enfermeras se intercambiaron una mirada compasiva, mientras yo hacía esfuerzos inhumanos por tratar de recordar quién era, pero por mucho que buscaba en las entrañas de mi mente, solo encontraba vacío. Vacío y la palabra “Autobús”.


Pero no creo que ese fuera mi nombre.

On Her Way

Tomaba decisiones acompañadas de Rock n' Roll. Chupitos de Rollling Stones para el cuerpo. Bailaba canciones inexistentes. Música silenciosa. Fotografiaba paisajes desiertos. Llevaba flores en el pelo y se sentía libre. Ya no tenía miedo a fallar porque sabía que nada podría con ella. Escribía cartas con tinta invisible y las quemaba en la hoguera. Pedía deseos a las estrellas del cielo, pero no a las fugaces, esas eran más difíciles de encontrar. Llevaba un trébol en el bolsillo y no tenía cuatro hojas, porque no necesitaba más suerte de la que tenía. Pintó un cuadro sin lienzo, sin pincel, sin pinturas. Pintó un cuadro con los ojos y firmó con la sonrisa. Selló una carta con un beso de desamor verdadero. Quiso escuchar el mar a través de una caracola y en lugar de ello escuchó a John Lennon susurrarle canciones de amor. Las flores le olían a chocolate recién hecho y fresas con nata. El mundo giraba rápido como una peonza y ella se divertía haciendo lo mismo en sentido contrario. Por primera vez desde que tenía memoria disfrutaba la vida, subía y bajaba al ritmo de su corazón acelerado. Sus inseguridades dieron paso a una fuerza que creía impropia de ella. Lo había hecho, había vencido a su parte mala. Y estaba segura de que el mundo sí que estaba hecho para ella.
Había vencido una vez y podía volver a hacerlo.


Por fin he conseguido arreglar el portatil, está visto que este verano no es el mío. A ver si a partir de ahora, puedo empezar a escribir más a menudo.

Cariba y el Sol

Porque después de la tormenta, llega la calma.
Porque después de un tormento, algo bueno se andará, digo yo.

Una historia de Bries.


Atrapada en mí. Ahogándome en la demoledora rutina de odiarme a cada momento, decido que es hora de cambiar el rumbo y despistar a todos esos tiburones que hambrientos de pena, me venían persiguiendo desde hacía ya meses.

Cansada de lamentaciones, creo que llega el momento de arreglar todos los errores que poco a poco han convertido este año, en el peor de cuantos he vivido. Todo empezó con un curso académico desastroso, es por eso que ahora me paso las mañanas en la biblioteca, tratando de hacer lo posible por obtener la máxima redención en septiembre y hacer como si nada de esto hubiese pasado.

Otro paso, tal vez el más difícil si nos cernimos a mi historia, es superar todos los complejos que a lo largo de mis días me han ido sumiendo en ropas oscuras y que cubran lo máximo, tratando de ocultarme hasta el último momento. Pero el calor del verano me lo ha puesto difícil, si bien es cierto que no he pisado mucho la playa, ya sea por complejos, ya sea por cualquier otro motivo, las dos veces, que fui, me sirvieron para comprender que siempre habría alguien más delgada que yo, más guapa que yo, más alta, más fuerte, mas todo que yo, pero también más gorda que yo, e incluso más bajita... Quizá era el empujón que necesitaba, para dejar, al menos por unos meses de contar obsesivamente las calorías de todo, de pasar de ayunar por días a tomar dos mil quinientas calorías de golpe por un atracón fruto de la ansiedad.

Por eso ahora, cuido lo que como, y hago ejercicio, pero por primera vez en más de un año, con moderación, como tratando de volver a la normalidad que para el resto del mundo parece algo corriente, pero que a mí se me escapa, como todavía se me escapan los suspiros al atravesar corriendo la Estación.

Este verano, puede no ser el más divertido, ni uno digno de contar, pero puede ser el auténtico verano del cambio, un trampolín a una vida más plena, más "feliz"... O al menos, hacia una vida... Hace tan solo dos semanas no me veía acabando el verano. La muerte se desdibujaba en mi ventana cada mañana, y porque no decirlo, cada vez que abría los ojos, me decepcionaba no haber muerto... Ahora creo que estoy dejando atrás todos esos miedos, y esas ideas, que si bien me pertenecen, tal vez sea el momento de dejar de hacerlas mías.

El único paso que me aterra dar, y es muy duro es dejar a esa persona que, aunque dice que me quiere, no está casi nunca, y aunque esos "casi", en los que si que está, esos breves momentos, son eternos y felices, debería dejar de esperar a que me llame para salir corriendo en su busca, debería dejar sonreír cuando me dice cosas bonitas y desde luego, debería dejar de decepcionarme cada vez que me falla, porque desde que empezó el verano, me ha fallado cada día que no estaba conmigo.

Y se pongo a contar, y te cuento, no ha estado ni un solo día.
Que desencanto el amor, pero me da igual, porque he decidido, que no lo necesito para ser feliz, que me basto y me sobro para conseguir lo que quiero y tal vez no lo quiera tanto.

Tal vez solo me aterre cambiar.

"Mañana despertaré y empezaré de cero, hay tantas cosas que quiero hacer
que antes me daban miedo"

Malditos Domingos

Era un domingo como otro cualquiera, bueno más o menos. Lolita, Ima y Bries habían quedado para hablar y pasar el día juntas.

Bries se encontraba en la mesa del salón muya atareada preparando un horario de comidas y ejercicios, donde el valor nutricional no superaba las ochocientas calorías diarias y sobraba más de una hora de deporte.

Lolita la miraba desde la cocina, incapaz de entender, porqué esa mal sana obsesión por ser delgada.

El calor del verano resultaba sofocante por aquellos días, y un aura de tristeza vagaba por la casa, donde las tres chicas se encontraban, algo estaba pasando, pero no estaba muy claro que era.

- Tengo miedo - Dijo Ima.
- ¿Miedo a qué? - Peguntó Lolita.

Poco a poco Bries dejó lo que estaba haciendo y se centró en la conversación de su amiga, no es que pretendiese hablar mucho, aunque sabía de miedos.

- Lo quiero, sé que nunca he sentido esto por nadie, es como si solo pudiese respirar cuando está cerca, ya hace más de una semana que no lo veo, anoche soñé con él, ya casi había olvidado su sonrisa, y ahí estaba, vagando en mis sueños, emergiendo de mi subconsciente, como cuando un tiburón salta fuera del agua, atendiendo solo a sus instintos en busca de una sabrosa presa. 
Solo que esta vez la presa soy yo, y me atrapa, me enreda, me puede. Lo quiero, y ahora, después de tanto tiempo, sé que él no siente nada por mí, o tal vez sienta pena, porque debe pensar que no soy más que una estúpida. Y me duele. Una vez, le dije a mi mejor amiga... - Hizo una pausa - Bueno, mi única amiga, antes de conoceros, le dije - repitió - que si él no me quería, mi vida dejaría de tener sentido, no penséis que soy melodramática, simplemente, me aburro, no me gusta vivir, nada tiene sentido, nada me distrae lo suficiente como para encontrar algo por lo que levantarme. ÉL era mi motivo y si no está, tal vez yo tampoco debería estar...

- Espera - La interrumpió Lolita - Hablas, de que quieres morir, ¿verdad?

- Si.

- Yo también - típico de Bries, habla poco, pero cuando lo hace, la habitación enmudece.

- ¡Bries! - Grito Lolita. - Nadie va a morir... - Hizo una pausa - Al menos, no por ahora.

El silencio inundó la habitación, y el verano pareció retroceder, para dar paso a un frío helado, que erizó la piel de las chicas. No hacía mucho que se conocían. Su encuentro había sido fruto de la casualidad en una red social, y poco a poco descubrieron que vivían más cerca de lo que pensaban.

Cada una estaba pasando por un momento complicado, Bries y sus dietas, Ima y sus desamores, y luego estaba Lolita, que se sentía perdida, anclada, como si el resto del mundo avanzase hacia nuevos horizontes, mientras ella se quedaba atrapada entre sus estudios, su ciudad, sin pareja. Todos parecían estar madurando a un ritmo vertiginoso, mientras ella, por mucho que se esforzaba, no parecía despegar.

Quizá el mundo no estaba siendo justo con ellas, pero ya sabes lo que dicen;
después de la tormenta siempre sale el sol,
y aunque ellas estaban atravesando uno de los temporales más largos de su historia, 
esperaban que tal y como dice la palabra,
sea solo eso, temporal.


Correspondencia Ajena XV

¿Aún no conoces esta iniciativa? Click Aquí

Carta a Alguien que te hizo Daño.
(Puede ser un amigo, un familiar, una pareja, lo dejo a vuestra elección)


Querido Eme,

No me quieras tanto como dices, y quiéreme mejor.  Ya, ya sé que no te llamas "Eme", sé de sobra que tu nombre no tiene tan siquiera esa letra, pero no me importa, como a ti tampoco te importo yo. 
Ahora que te has ido, que tus miradas son más frías, que tus palabras no me reconfortan, ahora que el miedo se apodera de mí cada vez que salgo a la calle por si te encuentro. Ahora que ya no eres mi motivo para sonreír, ahora y solo ahora, soy capaz de volver a escribirte.

¿Te acuerdas de cuando te escribía a diario? No, no te acuerdas, porque nunca te envié ni una sola de mis cartas. Todas las guardo yo, y a veces, en un intento por boicotearme a mi misma, las releo. Y me siento muy estúpida, por todo lo que te dije, todo lo que soñé. Lo que pensé, lo que creí. Estúpida, por ver cuanto te quise, y cuanto te quiero.

Si tan solo pudieras leer, una de esas cartas, tal vez comprenderías, porque me dueles tanto. ¿Sabes? A veces, aún me paseo por las Estaciones, buscándote, aunque no quiera verte. Ahora, cuando atravieso los andenes, me duele el pecho, y quiero llorar. Mis poemas son más tristes que antes, pero siguen siendo tuyos.

Ya no volveré a escribir sobre la belleza de los ojos partos, y la magia de las sonrisas. O tal vez si que lo haga, pero para no olvidar nunca, lo que puede llegar a doler una cara tan bonita como la tuya.

Muñeco, me has dolido en presencia y en ausencia. Y ya va siendo hora de pasar página.

(Casi)Siempre Tuya.


Por todo lo que nos dijimos...

... La Fuerza con que nos Quisimos


Una vez,  me dijeron, que él y yo, éramos como dos bolas encerradas en una caja de cristal; que unas veces estábamos muy cerca, casi nos rozábamos.

Otras, chocábamos frontalmente hasta salir disparados en direcciones opuestas, rebotando una y otra vez con los laterales de la caja. Cargando contra ella el efecto furia de un enfrentamiento como el nuestro. Si volvíamos a coincidir, de nuevo, cada uno retomaba el camino hacia su extremo, tan lejos que el hueco entre nosotros se hacía infinitamente vacío.

En ocasiones, simplemente nos cruzábamos, casi sin notar la presencia del otro a nuestro alrededor, aunque su sonido nos resultase familiar.

Y finalmente, había días, había momentos, en que la fuerza, simplemente, se acababa, y rodábamos despacio hasta el centro de la caja, donde nos besábamos, nos quedábamos quietos, acurrucados el uno contra el otro. Esperando que algo volviese a sacudirnos otra vez.

Creo, que quien me dijo esto, tenía toda la razón del mundo.

Amor, somos como dos piezas de un mismo puzle, y aún, no tengo claro, si encajamos o no.



Novedades


Cómo habéis podido comprobar los que ya conocíais el blog, he introducido algunos cambios en el diseño. ¿Por qué? Bueno, ya sé lo mucho que os gustaba mi antigua plantilla, pero ahora mismo es una de esas que veo en muchísimos blogs. Y después de casi un año estaba cansada, así que ésta la he hecho yo solita, (con ayuda de tutoriales, obvio), y es toda mía.

Pero eso no es lo único que ha cambiado;
- Hay Banner Nuevo.
- suscripción por correo.
- He Cambiado un poco el About Me and My Blog
- Y Correspondencia Ajena también ha sufrido una serie de modificaciones, pero nada alarmante.

Creo que no me olvido nada.
Espero que os guste y espero vuestros comentarios.

Así revientes, Mayo

Y Quiera la Suerte, que nunca Quiera como Te Quise a Ti
(Como te quiero a ti) 

No sólo había dado el primer paso, un primer paso que me había llevado meses dar. Yo corrí por el borde del abismo tratando de cazar unas esquivas mariposas, tentando a la suerte, a la buena y a la mala. Miré a las profundidades, donde las olas chocaban contra las olas afiladas y el viento silbaba una melodía triste. Casi melancólica. Yo tomé aire y preparé mi salto mortal.

Dios... Aún recuerdo como la descarga de adrenalina bombardeó todo mi cuerpo declarándome la guerra. Pensé que me estallaría el corazón, pero de romperlo, ya te encargarías tú más tarde. La vidra abrió diligencias contra mis pulmones, que luchaban con ganas por seguir respirando, pero una parte de mí ya esperaba la ejecución.

Antes de que pudiera tomar una bocanada de aire y que saboreara aquel dulce instante, ya me encontraba en el fondo del mar, había esquivado las rocas, aunque no todas, una parte de mi cuerpo había chocado con alguna, y sangraba, aunque la herida no era visible. Al menos para mí.

No me había dado tiempo a hacerme ilusiones, y ya había toda una manada de tiburones, rodeándome, bailando por encima de mí, mostrándome con altanería sus afiladísimos dientes...

Casi parecía que me sonreían, y como me recordaba esa sonrisa a la tuya...

Lástima, que tú,
nunca,
quisiste darme un buen mordisco.


¡Por fin he vuelto! 
Y esta vez (si dios quiere) para quedarme.
Ya podéis dejar vuestros comentarios, prometo publicar más seguido y responder siempre, siempre, siempre. Muchas gracias a todos.
Pronto volveré con Correspondencia Ajena y alguna que otra sorpresilla más. ¡No os lo perdáis!

PD: Si queréis hacerme un favor, estoy intentando darle algo de vida a mis redes sociales:
Si queréis, podéis y os gusta, este es mi Instagram.

¡Gracias!

Soldadito Marinero

¿Piensas en mí como yo pienso en ti? Que te necesito, o al menos quiero saber si te acuerdas de mí cuando no estoy. Quiero saber si paso por tu mente cuando me alejo, si alguna vez te has preguntado por mí.

Tengo miedo de que me olvides, ahora que aún no me conoces, que han sido días de mucho ruido y pocas nueces. Llueve, y me temo que el agua se lleve consigo lo que aún no he sembrado. 
Me embarco en pleno temporal, rumbo a las costas de tu vida, los cabos de tu cuerpo. Ábreme los puertos, que me ahogo en un mar de dudas.

El oleaje, que no me mece suavemente hasta tu orilla. La mar está picada, y me temo que quiera evitar por todos los medios un encuentro que se hace de togar. Acúname en tus playas de arena morena. Paraíso. Paraíso contigo, porque paraíso es donde tú estés. Ya sea en el lugar más idílico de este mundo, ya sea en el propio infierno.

Y que me arrastre la marea, como deben arrastrarse las penas si acaso tú no me quieres. Y que me entierre la mar salada como me enterrarán mis propias lágrimas si un día no me quieres volver a ver.
Que se sequen los mares, como se me seca la garaganta cuando estás cerca. Que lata mi corazón al ritmo del chapoteo de los peces.

Que me quieras, que viajemos, que me mires, que me retengas.
Que los mares, se nos van a quedar pequeños.


Volviendo a empezar. Volviendo a ti

El corazón que late en el cielo de la boca.
Y la boca seca.

Los ojos llenos de brillo,
y el brillo de labios.

El cielo vacío de estrellas,
y las estrellas en tus ojos.

Yo que no sé de poesía,
Y la poesía que eres tú.

Pero curiosamente de ti se mucho,
y mucho te quiero.


Ni te perdono, ni quiero

Abatida. Derrotada se sienta en la cama y se lleva las manos a la cabeza. "Esto no es vida" se dice a sí misma. Lo fácil es para la gente mediocre. Ese es su lema. Ya ha pasado un mes. Ha tenido mucho tiempo para pensar. Y ha llegado a una conclusión, pero no le gusta. Por eso la evita a toda costa. Aunque tarde o temprano deberá comprender que no puede hacer nada contra la vida. Si las cosas le han salido así debe ser por algo.

Coge el teléfono, lo busca en su agenda. Acaricia la pantalla con melancolía. Se pregunta si ha hecho algo mal. Conoce la respuesta. Ya está todo dicho. No quedan cartas para seguir jugando. Agotó todos sus movimientos y ahora piensa que jugó mal. Pero lo cierto es que no. Le toca mover a él, y ya lo sabe. Ya le ha dado un aviso. Teme. Teme que sus próximas palabras sean una despedida, aunque más teme que no vuelva a hablar. 

Un adiós pasivo. Una forma de demostrar que no sólo la ha olvidado, si no que jamás la tuvo en su cabeza. La partida estuvo bien, pero su rival era demasiado.


Raison d'être

Dicem, que en esta vida es necesario tener una meta, un motivo para continuar. Algo por lo que existir, una auténtica "Raison d'être" como dirían los franceses. A lo largo de mis días, he tenido multitud de metas, de "razones de ser", pero ninguna me ha llenado lo suficiente. Hasta hoy.

Hoy que no es "hoy" como día en sí, día de calendari ordinario. Es hoy como punto de inflexión. Punto y a parte. Como día uno, como el momento en que no decido, sino que reconozco, que eso que llamo "Raison d'être", eres tú. Y lo cierto, es que lo llevas siendo mucho tiempo, pero yo no lo sabía. Ahora si.

Y te diré por qué;

Caminaba distraída vagando solitaria por la carretera de mis pensamientos más vacíos, cuando de repente, me doy cuenta de que te quiero, de que no puedo dejarte pasar, de que te necesito. Me giro y cambio el rumbo, de incierto a casi-cierto. De imposible a improbable, y de ahí todo recto hasta la probabilidad, hasta quedarme a un milímetro de la posibilidad. A unos días de ti.

Te busco, no sólo entre los recuerdos. Te busco físicamente porque quiero encontrarte, quiero echarle valor a la vida, quiero aprender a respirar sin ahogarme, a hablar sin que me tiemble la voz. Todo será más fácil, cuando al fin sepa como hacerlo.

Ya sé los lugares que frecuentas, pero no te tomo las horas. Estoy a un mes de distancia de mi Mayo, de ti, y ahora echo la vista atrás y me pregunto como puede ser, que después de tanto tiempo, aún no haya sido capaz de volverme valiente. Han sido demasiados días viviendo de sueños, de ilusiones, ahora toca masticar la esperansa y dejarse guiar hasta la realidad.

Realidad, que espero supere la ficción,
que no me hunda en el abismo.

Al fin creo que estoy preparada,
o tal vez no,
pero ya da
igual.


Amar a primera vista

Amar a primera vista, es no saber su nombre,
amar a primera vista, es mirar sin que lo note,
amar a primera vista, son sus ojos color caramelo,
amar a primera vista, es pisar la tierra y sentir el cielo,
amar a primera vista, es que te sonría sin razón,
amar a primera vista, es un nudo en el corazón,
amar a primera vista, puede ser un castigo.
Pero a Dios pongo por testigo,
que yo amo a primera vista,
que no descansaré hasta que asista,
a un recital en honor a su sonrisa,
y me dejará recorrer sin prisa,
el sendero que recorre el camino a su cama,
y si el destino ayuda a esta dama,
tarde o temprano sera mío,
como mías son las ganas.



Hasta los Huesos


Bries estaba sentada en la cama, ausente del mundo, o al menos eso pretendía. Se sentía en perfecta armonía con la música que desprendían sus auriculares, que la embriagaban, que cerraban la puerta a un mundo que hacía tiempo, parecía haberle dado la espalda. Leía tumbada en la cama, ajena a los minutos del reloj. A todo lo que le había estado pasando. Y entonces, un párrafo llamó especialmente la atención, la devolvió de un golpe a su realidad, a esa que tanto temía, de la que tanto trataba de distanciarse.

"Era un manojo de huesos. Aquello fue lo primero que pensé.
Huesos y nudos. Cada vértebra de la columna despuntaba visiblemente.
Las caderas sobresalían en distintos ángulos, las rodillas pálidas y pellejudas.
Parecía imposible que pudiera estar viva con semejante delgadez,
y aún más mposible que hubiese sido capaz de ocultarlo.
Cuando volvió a moverse vi algo que se me quedaría grabado para siempre:
los omóplatos afilados que se alzaban en su piel como las alas de un pajarito muerto que encontré una vez en el jardín.
No tenía plumas, era un recién nacido y ya había sido derrotado"

Aquello, por simple que pareciese, reavivó las llamas de la enfermedad de Bries, una enfermedad que ya parecía estar remitiendo, y en la que ahora recaía. Su deseo por ser delgada, por sentirse frágil y bella, era algo que la consumía, no solo metafóricamente, la consumía de verdad. Y después de tantos golpes y tantos desengaños, tomó una decisión de la que probablemente se arrepentiría.

Decidió que si no podía ser inteligente, al menos sería delgada.
Decidió que si no podía ser guapa, al menos sería delgada.
Decidió que si no podía ser alta, al menos sería delgada.

Y decidió que si, por algún motivo no podía ser delgada, 
estaría muerta.


Bonjour, mon cheri

Yo no soy artista. No sé crear. No hago arte con las palabras. Yo solo uno las casualidades, los pensamientos, los sentimientos, las miradas, y todo aquello que pasa por mí, a través de ti. Yo coso las piezas que me da el destino y construyo el sendero a tu sonrisa.

Tu sonrisa, sí que crea arte. Crea constelaciones en mis ojos. Tus ojos, que pintan cuadros en mis mañanas huecas. Frías. Tu sonrisa, que convierte el rugido de los motores, el traqueteo del día a día, el vaivén de las ilusiones, en la banda sonora de mis momentos felices.

Bailando un vals imaginario en un aautovía transitada a primera hora del día. Atrasando relojes para parar el tiempo, para evitar por todos los medios consumir los pocos minutos que paso, casi, a tu lado. Para hacer eternas las carreras y las carreteras. Las paradas y los arranques. Para sentirte parte de mí, algo más que cuarenta y cinco escasos minutos.

Porque la espera ha sido tan larga, que todo me sabe a poco. Y es que me pueden las ganas. Por que sé que te necesito a ti, y no sé como conseguirte. (Tal vez sea por eso, que te deseo tanto).


Resiste o Renuncia

Asumimos aquello que nos toca asumir, aquello que no nos queda más remedio. Y no te asumo, ni asumo que no estás, porque no me da lagama. Así, sin medias tintas. Hablando en plata.

Porque dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Y quizá te hayas perdido tú, pero pienso encontrarte. Tarde o temprano. En las Estaciones, en mis sueños. En el todo y en la nada de esas momendas que se lanzan al aire esperando que tomen las decisiones importantes por nosotros. Esperando que sea la correcta.

No puedo pedirte que no te marches, porque asumo, y ahora si, que no te queda más remedio. Asumo que estas cartas nunca te llegarán, y poco me importa, porqie tengo pensado decírtelo todo cara a cars cuendo vuelvas. Porque vas a volver, como vuelve cada año la privamera, por muy frío que haya sido el invierno. 
Aunque este aire helado no es nada comparado con el hielo que ha dejado tu ausencia en cada recoveco de mí.

Que me tortura sin compasión el saber, o mejor el no saber. No es más feliz el ignorante. Y es cierto que  no hay peor ciego que aquel, que no quiere ver, y yo quiero verte, amor. Verte cada día, casi a cada hora, y si puede ser, verte a mi lado. Comaprtiendo momentos y croissants, sonriendo. Siendo felices. Conteniendo el aliento y dejándonos llevar.

Asume que estás hecho para mí, como yo asumo que tarde o temprano serás mío, más tarde que temprano, puede ser... Pero lo serás.

Lucha por lo que deseas, y que se joda el resto.


PD: Siento no haber respondido a los comentarios estas últimos días, últimamente solo tengo tiempo para publicar  los fines semana, pero hoy me pondré al día con vuestros blogs. Y espero poder volver a subir posts con regularidad.

Chupitos de Ron y Miel

Te elegí. Te elegí temiendo elegirte. Pero ha sido divertido, me equivocaría otra vez.
Recuerdo haber tenido mucho miedo. Recuerdo el nerviosismo. Recuerdo las abejas en el estómago. Recuerdo haber cometido una o dos locuras. Recuerdo haberme mirado al espejo, no me reconocía. Movía la cabeza de un lado a otro negándome a mí misma. Recuerdo haberme reprochado. La vergüenza tiñendo mi cara de rojo. Recuerdo los temblores y las lágrimas. Recuerdo las medias sonrisas. Las mentiras. La sensación de vacío.

Recuerdo que al principio me sentí culpable. Lo lamenté por ella, que era una pobre inocente. Recuerdo que por un tiempo me odié en silencio, pero poco a poco empecé a ser feliz. Recuerdo la sensación de euforia. Recuerdo los besos. Recuerdo los momentos buenos. Recuerdo, haber tomado una decisión, pero no puedo recordar si era o no la correcta...


Roses


Lo que Ima quiso contarme, y yo me negué a escuchar.

Por un amor que comienza otro se acaba. 

Otra escapada 'romántica' más. Que como todas las anteriores no tenía nada de romántica. Pero como siempre... Me daba igual. Nadie se imagina su cuento de hadas como una truculenta historia construida sobre los pilares de la mentira, la manipulación y los engaños. Nadie quiere vivir con un nudo permanente en la garganta y con la idea de que van a descubrir todos los secretos que han forjado el teatro de sus vidas... Nadie busca eso... yo en cambio no tengo ningún problema en hacer mías todas esas cosas... Aquel día iba más distraída que de costumbre, supongo que por eso no noté que había dos vasos en el fregadero, aquello podría haber sido una pista crucial, me hubiese evitado algunos problemas. Tampoco me percaté de que él no estaba tan sereno como de costumbre, parecía estar esperando algo... Por una vez no le dí importancia... Y así me salió la jugada...

Aquello era ya lo habitual, comprobar que no hubiese nadie en casa, correr todas las cortinas mientras yo subía a la habitación tratando de hacer el menor ruido posible. Después subía él, tranquilo como siempre (no le gustan las prisas y a mí tampoco), yo siempre me quitaba la ropa bajo su atenta mirada, se había convertido en una especie de ritual entre nosotros, pero aquel día lo hizo él. Me desabrochó lentamente los botones del pantalón, me levantó la camisa e incluso me besó el cuello. Sentí una ligera sensación de pudor, lo que era tan raro en mí que por un momento me hizo temblar, pensé que perdía el control de la situación... Nada me aterraba tanto.
Debí darme cuenta de que había algo distinto en su forma de hacer el amor, la cama se estremecía más que de costumbre bajo nuestros cuerpos, él estaba más apasionado que nunca y yo quería dar mucho más de mí, pero tenía una extraña sensación en el cuerpo que no me dejaba abandonarme como había hecho otras veces.

Agotados, echados sobre la cama, recobrando el aliento, esperando que el cuerpo recobrase su temperatura normal, oímos como la puerta de la calle daba un fuerte golpe.
Sonido de pisadas subiendo las escaleras, son tacones. Los pasos se acercan, se detienen. Dos golpes en la puerta. Se me hiela la sangre, se me para el corazón, se me seca la boca. Solo puedo pensar que hasta aquí ha llegado mi obra de teatro, el trágico final se acerca y yo he olvidado el maldito guión. El sonido de una hoja pasando bajo el marco de la puerta. Los pasos se alejan, serenos, tranquilos. La puerta vuelve a abrirse y se cierra esta vez sin apenas hacer ruido. Se escucha el motor de un coche, arranca, se marcha. Cada vez se oye menos. Desaparece. Se ha ido, sí, se ha ido para siempre. Aunque siempre es mucho tiempo. Al menos eso dice la nota.
Él no reacciona de ninguna manera, es como si no le sorprendiese. Yo creí que saldría corriendo tras ella, que se disculparía y que ese sería el fin de mi cuento. Pero en lugar de eso vuelve a recostarse a mi lado, me besa la frente, me dice que estoy helada, me echa la manta encima, coge el libro de la mesilla y empieza a leer... Como si nada.

Con mucho esfuerzo consigo hacer que mi cuerpo reaccione de nuevo, reúno las fuerzas que me quedan y empiezo a hablar.

-¿Y ahora qué?
-Podría regalarle rosas, veinticuatro rosas de despedida.
-¿Veinticuatro rosas? ¿Por qué veinticuatro?
-Una por cada vez que he acabado en la cama contigo-Dice, locuaz, como siempre ha sido y me sonríe.
Lo que más me sorprendió fue que llevase la cuenta de nuestros encuentros, yo no había tenido el valor de numerarlos por miedo a que el número me sobrepasase y fue entonces cuando caí en la cuenta.
Por fin lo entendí. Lo entendí todo. Él nos descubrió. No fue un error mío. Yo no cometo errores. Él sabía que ella llegaría antes de lo previsto, pero no me dijo nada. Lo había planeado... Pero, ¿Por qué? ¿Acaso quería que ella lo abandonase? ¿Quería estar conmigo?

Y ya que la lógica se había desvanecido y no quedaba ni un ápice de integridad en aquella habitación. Decidí que de perdidos al río. Me lancé en brazos de la locura, lejos de los frenos de mi carcelera, Realidad, y lo besé. Como siempre había querido besarlo y nunca había sido capaz de hacerlo. Lo besé con fragilidad, con ternura, con dulzura, con inocencia, con ligereza. Un beso cargado del amor simple, del amor del bueno.

Amor de verdad.


Feliz Día de San Valentín, para aquellos que lo tengáis. Yo por mi parte detesto este día.
A algunos de vosotros ya os sonará este texto y es que lo he recuperado de mi antiguo blog Click Aquí para acceder, porque creo que es apropiado para hoy, y lo he adaptado un poco a la historia de Ima.

Toda La Culpa Fue del Aire

Sin darme cuenta aspiré tu colonia, sin darme cuenta, te hice parte de mí. Ahora estoy en clase, y noto como si tu aroma me golpease, y sonrío. Y me giro esperando que estés ahí, pero no. Nunca estás, es imposible. Y es como sentirme a tu lado, aunque de una forma menos feliz. Y es que el magnetismo de tus ojos, la curva de tu sonrisa, las pocas palabras que me has dedicado y que tanto me han encantado... Todo para mí, son pequeños detalles que me marcan.

Y es que tenía tantas ganas de sentir algo de verdad, de abandonar los falsos sentimientos, las sonrisas sintéticas, los besos de silicona. que cuando al fin te tuve enfrente, pisé el acelerador sin saber conducir. Y ahora temo, temo no ser capaz de controlar los frenos y acabar chocando contra un muro de realidad mal dibujado que se vislumbra a lo lejos, o quizá al final de la carretera me esperes tú, dispuesto a enseñarme a querer, a conducir, a frenar y acelerar.

Tal vez me beses como nadie me ha besado... O tal vez muera de desamor en un accidente que yo misma provocaré...



Escucha Mi Historia III

¿Me Ayudas?

Ya sé que estamos en Febrero, amor. Pero este año he conocido un Enero, y se me han quedado cosas en el tintero. Y es que no he podido decirte, que a pesar de que éste ha sido el comienzo de año más frío de cuántos recuerdo, sus manos estaban calientes.

Así que hoy no te dedico la carta a ti, sino a él. A Enero. Porque hace mucho que Mayo se quedó atrás y un Noviembre que vino proponiendo guerra se retiró pronto. Ahora, ya estamos en Febrero, y yo sigo estancada en un mes infinito. Porque sólo sé contar días y tachar números en el calendario.

Hola Enero, o adiós, no sé. No sé si has pasado ya, o si has venido para quedarte, no sé si éste va a ser el invierno más largo de mi historia. Y no sé si quiero saberlo. Tengo la cabeza hecha un lío, y el frío me embota los sentidos, ¿Qué te digo si quién avisa no es traidor? ... No quería pasar de mes sin contarte, que tu frío ha sido cálido y que te mereces más que un puñado de palabras. Pero yo sólo puede ofrecerte un pedacito de esta carta, donde te agradezco todo lo que pudo ser.

Al final, no me quedan días en el bolsillo que regalarte.
Pero quiero que sepas, que sigo buscando.



Y esto es mi vida,
Un Diario de Abordo, amor:

Esos días de Estación en Estación (entre el invierno, la primavera, el verano, el otoño y las de autobús)
De puerto a puerto.
Entre tormenta y tormento.
Temporal, temporal.
Entre autobús y autobús. (TSR).

Opium

Aquel día, Ima se descubrió a sí misma, siendo sincera por primera vez;

Querido desconocido,

Esta historia puede ser la más real y a la misma vez más imposible que he escrito nunca.

Hubo un tiempo en mi vida en que me enamoré, así de repente, sin comerlo ni beberlo, sin esperarlo. Me encontré perdida en unos ojos ajenos, y aquel fue el tiempo más feliz de mi vida, o eso creo yo. Me enamoré de alguien a quién veía en contadas ocasiones. Durante breves momentos. Unos cuarenta o cincuenta minutos que se me escapaban cada vez que él estaba cerca y que me hacían eternamente feliz. Durante una efímera eternidad.

No fue amor a primera vista, porque lo cierto es que lo había visto algunas veces, pero hubo un día, en que, siento, que lo miré de verdad. Así que se podría decir que fue amor a primera mirada.

A partir de entonces, siempre que podía, lo observaba, cada día que se cruzaban nuestros caminos, lo contemplaba ensimismada todo lo que duraba la tormenta (por que así llamaba yo a la tempestad que me invadía por dentro) tratando de capturar cada movimiento, cada detalle. Intentando , inútilmente de averiguar qué demonios me atraía tanto y tanto de él. 

Yo pienso que todo empezó de verdad el quince de Mayo, por eso lo llamo así. Mayo, bueno, por eso y porque no sé su  nombre...

Era un día más, no tenía nada de especial. Y entonces llegó, con su sonrisa, y en un suspiro rompió mis esquemas, hizo acelerar mi mundo y tuve que agarrarme con fuerza para no caerme y acabar con el corazón roto. Desaceleró mi vida y detuvo el tiempo lo suficiente como para que dejase de sentir la tierra bajo los pies. Me mató, me mató con una mirada, como un disparo a quemarropa en el corazón, justo donde se alojan los sentimientos más verdaderos. Y eso sólo con una mirada. Pero fue tan intensa, (tan como el café), que me hizo volver a nacer. Y me sentí nueva. Me sentí más viva que nunca. Y todo eso en menos de un minuto. 

A esas alturas, no podía pensar sin que todo mi cuerpo diera sacudidas alentado por un corazón que latía tan fuerte que hacía imposible la tarea de escuchar mis propios pensamientos (aunque si hubiese podido creo que tampoco habría sacado nada en claro, en aquellos momentos mi cabeza era un amasijo de ideas sin ton ni son). Podía sentir la sangre siendo bombeada a cada rincón de mi cuerpo, me pitaban los oídos, me sentía mareada, anestesiada de una sensación totalmente nueva, ¿Cómo podía, una persona que sólo me había dicho "hola" o "buenas" (no puedo recordarlo exactamente) hacerme perder el control de esta manera? ...

Nada tenía sentido, todo carecía de coherencia. y él seguía ahí, centrado en sus cosas, ajeno a mí, que lo miraba, incapaz de apartar la vista, calándome hasta los huesos de un amor unilateral...
Estaba helada por fuera y ardía por dentro... Creo que me enganché a esa sensación...

Tal vez fue a partir de entonces cuando empecé a buscarlo siempre, consciente e inconscientemente, aunque no lo sé...

De lo que si que estoy segura es que desde entonces, no he vuelto a ser la misma...

Atentamente,

Algún día os contaré por qué lo de "Suspiro", es una larga historia.
Y así fue como Ima escribió la carta más sentida de todas, y nunca, nunca la envió.




Hola a todos mis queridos lectores, hoy quiero pediros un favor muy grande! Estoy buscando personas que tengan más o menos dominio de photoshop o páginas con las que hacer cabeceras, etc... 

Como habréis podido comprobar hace poco añadí la página "Personajes" al Blog y tengo tres principales: Lolita, Bries y la nueva Ima (protagonista de esta entrada), pues bien lo que quiero, lo que me gustaría es tener una bonita imagen de ellas en mi blog. 

Es decir, lo que os pido, es que (si queréis, si podéis), me hagáis una especie de "muñeca" como la que tengo en la cabecera de mi blog que por cierto me la hizo Paula - Un Corazón Bohemio, y que ponga al lado el nombre de cada uno de mis personajes. (Lolita, Bries, Ima Suspiro).
Es decir serían dos o tres muñecas diferentes. Lo haría yo misma, pero no sé por donde empezar, y soy una negada para estas cosas, por eso os pido ayuda.

Obviamente, si lo hacéis, vuestra imagen será publicada en mi blog y haré publicidad del vuestro durante un mes aquí en el mío. (Colocando el banner de vuestra página en la barra lateral e invitando a la gente a pasar).
Si al final se animase mucha gente, haría una entrada especial dejando que vosotros mismos votáseis las mejores y más bonitas)

Os dejo mi correo electrónico por si queréis más información o por si queréis participar:

anabelenzr95@gmail.com

Muchas gracias a todos! Más Información

Ni Clavos, Ni Esclavos

Eres algo así como el frío del invierno que se me ha anudado a la garganta en forma de bufanda. Una bufanda que no me calienta, que me ahoga. Eres la golondrina que anida en mi balcón y me canta por las mañanas. A sabiendas de que odio los pájaros y que esa canción me pone triste.
Eres un espejismo en el desierto de mi vida, ahora que ya no estás. Que no sé cuando volverás. Y es que me ha dado por echarte de menos. Echarte de menos más. Más porque este vacío que crece y me devora es cada vez más difícil de llenar.

Tengo que aprender a sobrellevar el no tenerte. No saberte. No oirte. Tengo que dejar de lado los comodines, los clavos. Los personajes de transición. Viajantes viajeros que ocuparán tu lugar hasta que vuelvas... Pero yo... Yo que he nacido bajo las ganas de encontrar el amor, de saberse perdido en unos ojos ajenos, nacida bajo las ganas de sentir, de dejarme llevar... Ahora muero esclava de unos besos que no me has dado aún, los que recuerdos que no tenemos. Porque de nuevo te has ido. Te has ido sin mí. Sin nosotros. De nuevo, me duelo.

Y miro a un lado y a otro, y me pregunto si te fallo cuando estoy con otra persona, si las ganas son de ti. Que el frío aprieta y me escondo en otros brazos, en otros besos.
Perdona si te invento en otra cara, que la tuya ya está borrosa, en otro cuerpo. En otra cama. Perdona si te sueño, y no te busco...

Perdona y olvida, que yo me encargo de recordarte. Que no saldrá el sol tantos días como para que deje de quererte (mío). Pero mientras siga nevando, tu recuerdo se congelará y tal vez me duelas menos, o tal vez te piense más... No sé.

Cada café tendrá tu aroma y cada vez que pase por la Estación me acordaré de ti, porque los inviernos no me hielan el corazón.


Primera Página

Bries llegó a casa cansada de la gente, de la verdad, de la mentira, del amor, de la comida y de todo lo que la rodeaba. Bries soltó el bolso sobre la cama, fingió interesarse por las noticias, fingió un apetito voraz, fingió que existía, que era feliz y por fin, cuando todos estuvieron encantados con su comportamiento, se encerró en su habitación, cogió su cuaderno, el Boli de La Verdad, como ella lo llamaba y se desahogó contra el papel así:

Querido Tú,

Hoy es el día Séptimo Cuarto sin ti. Hoy estoy más harta que nunca de la gente, de tu ausencia. Del vacío que duele. Del pensarte. Del buscarte sin encontrarte. Estoy harta de saberte imposible. De escuchar canciones que hablan del adiós. De ver películas que cuentan historias que siempre acaban bien. 
Hoy, me han roto el corazón por ultimísima vez. Hoy, la historia de tu vida. De tu realidad me ha pisoteado el alma. Y me duele. M-E-D-U-E-L-E-S. - Bries, estaba totalmente enamorada de alguien a quien había visto en contadas ocasiones. Con quien había intercambiado muy pocas palabras. Alguien que le había hecho sentir, no sólo mariposas, sino todo el arca de Noé en el estómago. Y ahora alguien, sin pretenderlo, sin saber lo que significaba para ella, había destruído, demolido, arrasado, con cualquier esperanza que ella pudiese albergar- Te odio. Lo odio. Odio a todo el mundo.

Querido tú, ¿Por qué me haces esto? ¿Por qué? Siento que nada tiene sentido, que navego en un barco a la deriva entre mis ganas y una realidad que se cree pesadilla. El mar de dudas. Y tus ojos... Y el miedo. Y las ganas de quemar este diario que tanto y tanto sabe de ti...


Pero aunque lo intentó con todas sus fuerzas, no encontró las palabras que buscaba para describir lo que sentía. Quería llorar, gritar, y arrancarse todo lo que sentía de cuajo. Pero lo único que mostraba era una apatía errática. Estaba quieta mirando la mesa, el cuaderno, su boli. Pensando en lo ilógico de la situación y en como hacer para superar una enfermedad que no tenía cura...

"Porque el amor, o muere o mata.
Y amores que matan, nunca mueren".


Quería decir que participo en:

Suéñame Despierto

Y cuando la distancia parece insalvable, llegan los sueños para unirnos. Anestesia general para unos dolores que no tienen cura. Porque mi subconsciente te inventa cada noche que no estás. Y a pesar de las mañanas desoladoras y las tardes tristes, las noches se vuelven un alivio, porque aunque no seas real. El de mis sueños eres tú. Un bálsamo sanador de unas heridas que arden como el fuego de los mismisimos infiernos. Un dolor tan indescriptible que supera el diez, el cien, el mil. El infinito y el más allá.  Un vacío tan profundo que el núcleo de la tierra se queda en nada. Se queda helado. Frío. Como fría me quedo yo esperándo en la Estación.  Una vida tan sinsentido como morir sin ser besado... 

Y esque tengo dos adicciones el café caliente y tus ojos, y ambos tienen el mismo color.


El cielo no está lejos, nosotros si

No sé si creéis en el amor a primera vista, yo si.

Me quitaste el sueño, mientras no miraba. Me pintaste sonrisas en cuadros vacíos. Me devolviste la esperanza cuando más perdida la sentía. Me arrancaste el dolor que otros se dedicaron a sembrarme. Hiciste que recordara todos aquellos poemas que olvidé, pero que tanto amaba. Y no sabes todo lo que me provocas, cuando me miras, y no te puedes imaginar cuanto pienso en ti, y si te lo contara...  Me tacharías de loca, de desquiciada. Y no podría negártelo. 
No podrías creer, cuanto te echo de menos. Has sido una especie de ola gigante que ha ahogado lo malo, un huracán que arrasó con las penas.

Y no sé tú, pero yo creo en el Destino, ese cabroncete caprichoso, y que si nos hemos encontrado en esta vida, debe ser por algo, y ese algo está ahí por nosotros, que las casualidades, no nos gustan a los románticos. Todo necesita su porqué. Y tú eres el mío. Que te necesito. Cada letra de esta carta, cada punto y cada coma, te llevan dentro. Porque sin ti, no existiría. Cada minuto que pasa, se me clava, y pensar que puedes estar en cualquier lugar, con cualquier persona que no soy yo, me duele.

Pero puedo soportarlo, como aprendí a soportar otras muchas cosas. Porque la primera vez que te perdí, que desapareciste, porque así es la vida. Yo no perdí la esperanza de volver a verte. Y ahora tampoco me rendiré.

Te buscaré en cada carretera, aunque tenga que caminar descalza sobre una vía de sueños rotos. Aunque esos sueños sean los míos.

Anda, vuelve pronto, por favor. 



¿A la tercera...?

No hay dos sin tres. Tengo una pendiente. Me la debes.

Suspira. Mira el reloj. Tiene miedo al tiempo. Nota como se le escapa de las manos y por más fuerte que cierre los puños, no consigue detenerlo. Mira al techo y se pregunta si lo ha hecho bien. ¿Es feliz? Ella cree que si. Sonríe. ¿Eso es felicidad, no? No lo sabe. No está segura. El cristal está empañado. Dibuja un corazón . Recuerda su sonrisa. Lo borra. En realidad, no podía haberlo hecho mejor.

Y aún así piensa que quizá no haya sido suficiente. Por suerte ha sabido dejar la puerta entreabierta. Quizá pueda volver a entrar en un  futuro, o dejarlo salir. Tal vez pueda acabar lo que empezó.

Creo que se aferra a ello y por eso sigue sonriendo. Estúpida. Se resiste a desprenderse de las personas, como se resiste a tirar los bolígrafos sin tinta.

Y al fin después de meses de guerra, sin tregua ni cuártel. Meses en los que el olvidé hasta mi nombre, volvió. Y cayó la tercera. La que me debías. Se hizo de rogar... 

Y no, no fue la vencida. Porque cuando tienes las espectativas tan altas, al final no se cumplen... Y te quedas ahí, arrodillada frente a tus ganas, con surcos en las mejillas, cansada de luchar por nada. Cansada de las bajas, de todos a los que perdiste por aventurarte en una guerra cuya victoria no tenía un fin en sí misma.

Y lo siento por mí, por ti, y por todos... Que lo he intentado hasta no poder más. Y es que ya no puedo ni conmigo, ni sin ti.



Lady Lo

Lady Lo

Entro al Club como cada Jueves por la noche, me acerco a la barra y saludo con entusiasmo a Carl.

  • Lady Lo – Me dice sonriente – Tan espléndida como siempre.
Si. Esa soy yo. Lady Lo... Al menos, lo soy cuando estoy aquí. En casa, o en clase, me llaman simplemente Lolita...

  • En este trabajo no me queda otro remedio... ¿Dónde se ha visto una “acompañante” fea? - Le pregunto irónicamente, haciendo las comillas con los dedos.
  • No estarías fea aunque te lo propusieras, niña.

Carl es casi como un padre para mí. Me cuida mucho... Dentro de lo que cabe... Quizá os preguntéis a qué me dedico... Pues bien, no soy prostituta, si es lo que estáis pensando. Tampoco me desnudo por dinero, ni nada por el estilo. Simplemente, me paseo con hombres bastante mayores, adinerados, de esos a los que les gusta salir con una niña jovencita y coqueta, para presumir ante sus amigotes...

Siendo sinceros, y yo siempre lo soy, no es el trabajo de mis sueños. Pero me ayuda a pagarme los estudios y a distraerme. ¿De qué? Pues no sé, la verdad. Pero me ayuda y punto.

  • ¿Te pongo algo, preciosa? - Me pregunta Carl. Y por priemra vez reparo en él de verdad. Es bastante mayor, está calvo, salvo por una coronilla de pelo gris y despeinado. Está bastante más gordo desde la última vez en que me paré a mirarlo, lleva una camiseta blanca de tirantes y está sucia... Me apena. ¿Pero que puedo hacer yo por él?
  • Carl, sabes que no bebo.
  • Si, si , tienes razón – Me sonríe, tiene los dientes sucios, los que le quedan. Hago una mueca y me voy a cambiarme.

De camino al vestidor me encuentro con Matt, es un anciano amable, nada prepotente, que aveces me pasea por su mansión. Yo soy su “chica de casa” y mi compañera Thalia, una mulata impresionante su “chica de yate” suele llevarla a navegar en verano. Me alegro de no ser yo. El hombre me saluda alzando las cejas y yo sonrío.

En el vestidor está Carmen, hay un montón de ropa por el suelo. Otra vez no sabe que ponerse...

  • Lady Lo – Me dice melosa. Adora mi nombre. Ella aquí, se llama Malika. Está muy solicitada. No es para menos. Yo aveces la envidio... Es preciosa, tiene un cuerpo de infarto... Luego recuerdo como son las cosas aquí y se me pasa...

Yo soy una chica del montón. Muy del montón. No tengo demasiado pecho... Prácticamente no tengo nada. Estoy delgada, si, y tengo caderas. Pero nada por lo que la gente pueda girarse en plena calle como la mayoría de mis compañeras... Pero a pesar de todo, estoy bastante solicitada aquí en el “Club Clab” … Quizá os estéis preguntando por qué... Pues bien, ahí va mi secreto...

La mayoría de mis clientes no son hombres mayores que me pasean como un trofeo, yo soy la “nena de los gays” como me apodó mi odiosa compañera Ave... Que es un nombre que le va ni al pelo, yo la desplumaría sin pensarlo... En fin, que me disperso... Mis clientes suelen ser jóvenes, (más o menos) y casi siempre homoxesuales, muy pudientes, pero con familias dolorosamente conservadoras.
No suelen ser guapos... Tampoco es que me importe, pero es relevante para el relato. Sus familias no esperan que ninguno de ellos llegue a casa con compañeras como Malika ni Thalia, pero yo, parezco tan normal. Tan chica de la cafetería de la esquina, que soy simplemente perfecta para ellos. Fin. Si, mi secreto es ser más normal que la arena en la playa. Eso no es todo, claro, también tengo carisma, saber estar, y esas cosas, pero fisicamente hablando no soy nada. Aunque tampoco me importa demasiado.

De acuerdo con mi agenda, tengo cinco novios; Charles, un niño de mamá que prefiere los videojuegos y el porno gay, pero quiere tener contenta a mamá, yo soy Katia, me conoció en clase de cocina y yo me enamoré locamente de él, su madre no me soporta y eso que he hecho exactamente lo que me pidió él. No entiendo a esta familia (yo los odio a ambos, aunque es el más agraciado), Jules, un informático que se define a sí mismo como asexual, pero que tiene tanto dinero que para tener callados a sus amigos me lleva a sus encuentros para jugar a videojuegos y comer pizza, con él soy María, una chica muy tímida, que adora los videojuegos y el manga, pero es celíaca. Los papeles que me toca interpretar son curiosos, todo peticiones de mis clientes. A veces no sé quién soy... Lo aseguro...

Después están Martín, Andrés y David, los tres parecen cortados con el mismo patrón, homosexuales que no se han atrevido a salir del armario y que me llevan de fiesta en fiesta, de cena en cena, y lo peor de casa en casa... No sabéis lo que es dormir en la habitación de invitados de una casa que no es la tuya, sabiendo que tu cliente está dos habitaciones más allá acostándose con otro tío... La última vez que miré, Andrés y David estaban liados entre sí. Y Martín, estaba a punto de desechar mis servicios. Decía que quería salir del armario... Espero que le vaya bien. Siempre me traía el desayuno a la cama, y me contaba muchísimos chismes. Son divertidos. Todos ellos, bueno... Charles no.

  • Malika, ¿Qué es todo este desorden? - Digo con una sonrisa mientras recojo una camisa rosa del suelo y la deposito sobre la cama con cuidado.
  • ¿No lo sabes?
  • ¿El qué?
  • ¡Ay, Dios! ¡No lo sabes!
  • ¿Qué, qué no sé?

En ese momento Danielle, más conocida como Jey-Jey (no preguntéis por qué), entra mascando chicle, pdio esa costumbre suya.

  • Nuevo cliente a la vista, nena – Hace una pompa con el chicle – Dicen que es guapísimo y uno de los más adinerados que han pasado por aquí. Y, lo más grande, NO – ES – GAY.
  • Todos nuestros clientes son adinerados, y si no es gay, algo debe tener, sino, no estaría aquí.
  • Lady Lo – Dice Jey-Jey – Que sosa eres, como se nota que no tienes que tratar con los viejales, siempre quieren tocar más de la cuenta.

En ese momento llega Eme, el jefe del Club Clab.

  • Chicas, ¿Estáis presentables?
  • ¡Cómo si te importara! - Respondo burlona.
  • MI LADY LO – Entra, sin esperar respuesta de las demás y me abraza con fuerza. - Que guapa estás, muñeca – Dice, y me besa en la mejilla.

Eme, siempre me ha cuidado bien, desde que llegué, es como un hermano para mí, tiene como unos diez u once años más que yo. Y me trata como si fuese una muñeca, de hecho me suele llamar así.

  • ¿Estáis listas? Vais a conocer a Vladimir Broody. - Trato de hablar pero me lo impide – Salid fuera. En formación, ya, ya ya. Lo siento, Lo...
  • No me llames, Lo, nunca.
  • Perdona “Lady Lo” - Dice – Esto es muy importante para el Club.

Salimos de los vestuarios y entramos a la sala VIP. Hay moquetas rojas y moradas. Con poca ropa están allí “Caramelito”, “Boom Boom”, “Chantelle” y nos incorporamos “Jay – Jay”, “Malika” y yo. La verdad es que por un momento no sé que hago allí. Son todas las “chicas explosivas” y yo formo parte de otro mundillo. Son todas altas y esbeltas... Y yo con mi metro sesenta y tres... No pinto mucho. Pero no hago ningún comentario al respecto.

En ese momento, un hombre guapo, trajeado, entra por la puerta. Lo miro de arriba abajo, tiene el pelo peinado hacia atrás, los ojos claros y sonrisa de anuncio. Pienso que es de los míos, los del armario. Pero me han dicho que no, así que dudo.

  • Señor Broody – Dice Eme – Estás son mis mejores chicas. Espero que alguna pueda serle útil.

Odio cuando me hace sentir como un objeto. Soy una persona. Vale que mi trabajo sea poco ortodoxo... Pero sigo respirando, o eso creo. Desde que ha entrado este hombre... Me siento rara.

  • Son todas preciosas – Dice. Y yo vuelvo a pensar que es gay – ¿Tienen nombre?

Uno a uno, vamos diciendo nuestros nombres, y ahora que los oigo uno tras otro, todos me suenan ridículos... Y no quiero que llegue mi turno.

  • ¿Y tú eres? - Dice mirándome a los ojos.
  • Lady Lo.
  • Lady Lo – Repite serio. Y de repente sonríe, como si fuese lo más ingenioso que ha oído en su vida. - Te quiero a ti.

Y yo busco a Eme.

  • Gran elección – Dice.

Y tengo un buen presentimiento.

Unas hora después todos los trámites están hechos y me quedo a solas con él.

  • Bueno, Lady Lo, ¿Cómo te llamas?
  • Como usted quiera.
  • Tutéame, soy Vladimir... ¿Cómo yo quiera? Bueno... Quiero que te llames, como te pusieron tus padres.
  • Uy, no – Digo, y trato de ser lo menos ruda posible – No me gusta trabajar con mi verdadero nombre. Usar pseudónimos me ayuda a distanciarme.
  • Curioso – Dice llevándose un dedo a la barbilla. - Y si pudiéras elegir un nombre ¿Cuál sería?
  • Vladimir, yo trabajo a mi manera - Digo, tratándo de parecer profesional – Usted me dice que servicio necesita y me proporciona un nombre. A partir de ahí yo creo un perfil.
  • Me gustas. Eres directa. Te lo tomas en serio, así que te diré la verdad. Pero sólo debes saberla tú, me tomo muy en serio todo esto.
  • La confidencialidad es algo que llevo muy bien.
  • Solo puedo decirte que mi trabajo está en juego, y no no puedo decirte a qué me dedico.
  • No pensaba preguntar.
  • Necesito que seas mi pareja en algunos eventos. Te llamarás Capriccio Jones.
  • ¿Capriccio?
  • ¿Qué pasa?
  • Suena a nombre de una de mis compañeras.
  • ¿Se te ocurre algo mejor?
  • Amanda.
  • ¿Amanda Jones? Me gusta.


Así cerramos el trato. 
Y por primera vez desde que entré a trabajar, sentía auténtica curiosidad por alguien.


PD: En un principio, esto no iba a ser más que un relato corto, pero a medida que he ido escribiéndo me he enganchado a la historia, y se me ha ocurrido una trama, que creo puede estar bastante interesante. Así que muy atentos al futuro de "Lady Lo".

El relato se llamará Serendipia, y muy muy pronto os traeré la Sinopsis.