La Suerte de Trece IV

Capítulo IV.

Día dos: Noches de Estrellas Sin Firmamento.

Ya se me han pasado las nauseas y vuelvo a tener un color casi humano. Son las diez de la noche y la oscuridad lo engulle todo, puedo ver desde la ventana las pocas estrellas que consiguen competir contra el brillo de la de una ciudad contaminada. 
Wilhem me ha prometido una sorpresa para esta noche, y lo estoy esperando. No se hace de rogar mucho y llama a la puerta. Me sonríe. 
-¿Has pasado alguna noche bajo las estrellas con alguien?
-No, nunca lo he hecho. 
Sin mediar una palabra más, me hace un ademán para salir de la habitación y lo sigo. Caminamos a la par, en silencio. Se oyen algunos grillos, hace bastante frío y el cielo está empezando a encapotarse, tal vez llueva o nieve pronto. Si sigue así no habrá estrellas que ver esta noche. Un escalofrío me recorre el cuerpo y él parece notarlo.
-¿Frío?-Pregunta.
-Un poco-Respondo.
Empieza a quitarse la chaqueta gruesa que lleva y me la ofrece. Niego con la cabeza un poco ruborizada.
-No seas tonta- Dice y me la echa por encima. Sonrío. De nuevo esas extrañas mariposas. De nuevo los remordimientos. Pertenecemos a mundos tan diferentes. Es como vivir al límite. En un mundo a parte, es saber que si alguien descubre todo esto, estaré más condenada que antes y él también. Romance entre un alemán, un miembro del ejército, un miembro importante de la raza aria y una judía que estaba encerrada en un campo de concentración, a punto de perecer gaseada o sabe dios como... ¿Qué ocurrirá si alguien lo descubre? 
Un montón de ideas escabrosas se agolpan en mi mente, después de mucho tiempo vuelvo a tener miedo a morir, a que algo malo ocurra. Vuelvo a temer, porque desde que estalló todo esto tengo de nuevo algo que perder, o mejor dicho alguien a quien perder... ¿Es ésto una cruel broma del destino?
-¿Estás bien? Te has quedado muy callada.
-No... Es sólo... Que me abruma ésta situación. - Decido sincerarme... a medias- Hace sólo unos días ya me había acostumbrado a la idea de morir, la había hecho mía. Me había acostumbrado a pensar que la próxima vez que entrase a un pabellón me gasearían. Deseaba acabar con mi vida... y ahora estoy aquí con un... "doctor alemán" paseando en plena noche, mirando al cielo donde un par de estrellas caprichosas brillan tanto que eclipsan las luces de la ciudad, que dejan al resto de firmamento sin luz. 
-No pienses en eso ahora ... - Hace una pausa - Ven - Me agarra la mano y me acerca¡ a un pequeño banco situado bajo dos grandes árboles- ¿Por qué no me  preguntas algo? ¿No quieres conocer nada de mí?
-¿Por qué te hiciste médico?
- Aunque pueda parecer un cliché, lo que yo deseaba era salvar vidas... Y cumplía mi sueño antes de que estallará la guerra, después todo cambió... Me escogieron para formar parte del movimiento para la creación de nuevos fármacos; yo sólo debía encargarme de escoger a los sujetos con los que experimentaríamos...
-¿Hubo más antes que yo?
-Un par más, hubo una chica que... no me dejó ayudarla... Es complicado, justo cuando estaba a punto de inyectarle el fármaco, agarró un bote de pastillas y se las tragó. Me pidió que por favor no la ayudase, que deseaba morir. Y la dejé. Se tumbó en la camilla y poco a poco se quedó dormida... Cuando me preguntaron que había pasado dije que salí un momento a hacer un comunicado y que cuando volví ya la encontré así...
-¿Y el segundo sujeto?
- Después de lo que ocurrió con la chica, me prometí que trataría de ayudar a cuantos judíos pudiera... El segundo fue un chico fuerte, con los rasgos muy marcados que me puso muy difícil ayudarlo porque sólo aceptó mi ayuda para intentar matarme. Al fin comprendió que yo sólo quería sacarlo del campo de concentración y se dejó guiar... Los fármacos no le hicieron efecto, en una semana, le conseguí ropa, papeles de trabajo y un billete de tren. Lo ayudé a escapar. Y desde entonces no sé nada de él.
 -Gracias por haberme escogido. 
-Gracias a ti por dejarme ayudarte. Yo no estoy para nada de acuerdo con ésta masacre y ojalá la guerra acabe pronto... No puedo salvar a todos los judíos, pero haré lo que pueda  por cuantos pueda.
Cada momento que pasa me resulta menos creíble, empiezo a pensar que quizá todo sea un sueño. Puede que en el momento en que me inyectó el fármaco caí en un coma profundo y ahora mismo estoy tumbada en la camilla y todo esto no es más que fruto de mi trastornada imaginación, de mi subconsciente que se marchita. Pero parece tan real cuando acaricia mi mano con la suya, sus ojos mirándome, su sonrisa. ¿Cómo no va ser real? Pero a la vez, ¿Cómo puede ser tan real?
¿Y si es amor de verdad? Dicen que no entiende de raza, ni de edades, ni de condición social. Dicen que el amor no es racista, ni un narcisista, dicen que es ciego. Amor sin prejuicios. 
Ya empiezo a hablar de amor, ¿Será un efecto secundario del fármaco o un exceso de doctor de Wilhem?



9 comentarios:

  1. Escribes de una manera tan *___* que me tienes súper enganchada a la historia. ¿Cómo acabarán Trece y el doctor? Ashjdjxbekj, me encanta, no puedo decir más.

    ¡Un besote!

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  2. Jo, La Suerte De Trece engancha mucho jajaja. Como dijo Angela a mí también me encanta.
    Un besito.

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  3. Eres el relato que mejor está progresando y, sin duda, es muy bueno. En el post de mañana comunicaré que es el mejor proceso de historia de la semana (la primera por cierto). Me encanta, es una trama especial y con gancho. Un muack gigante ♥

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  4. Es magnífico.
    Me encanta cada vez que avanzas más.
    Pásate si quieres, un besazo :)

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  5. Deberias de poner un enlace a laa entradas anteriores de ka historia. Me gusta.


    Y eapero que avance.


    Saludos.

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  6. ¡Hola! Paso por aquí para avisarte que te he nominado a un premio en mi blog.
    Besos.

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  7. El amor es así, incomprendido, pero a la vez deseado.
    Da gusto leerte, es increíble cómo expresas esos instantes, madre mía, me encanta :)
    ¡Un beso muy muy muuy grande! <3

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