La Suerte de Trece III

Capítulo III.

Día Uno: Rosas en el Alféizar de la Ventana.

Me costó mucho conciliar el sueño después de aquella extraña proposición del doctor, pero en cierto modo tenía razón, si era cierto que podía morir en unos días, no iba a ponerme exigente. Me parecía un hombre atractivo, me había salvado la vida, aunnque también me había condenado. No estoy segura de si lo uno quita lo otro. En fin, lo que en realiadad importa es que empezaba asentir algo en el estómago, no se si eran las mariposas esas de las que todos hablan o simplemente tenía hambre.
Me levanté algo adormilada y abrí la ventana, algo llamó mi atención, un ramo de rosas, pero no rosas cualquiera, eran de papel, y en cada pétalo había una nota escrita. Algunas frases, versos. Cada una de las palabras me sacó una sonrisa, cada una de las palabras se me clavó en el alma como una espina. Paradójicamente las rosas de papel no tienen esa clase de púas.
Quería corresponderle, pero no sabía como. Alguien llamó a la puerta.
-¿Trece? ¿Estás presentable? ¿Puedo pasar?
-Sí, adelante.
El doctor entró despacio, me miraba, yo sostenía el ramo entre las manos y el sonrió.
-¿Te ha gustado?
-Me ha encantado- Respondo. Y noto como empiezo a ruborizarme, durante un segundo miro me reflejo en el espejo que está a mi lado. Tengo las mejillas teñidas de rojo y me siento un poco estúpida. Quizá si que sea posible enamorarme. Quizá no sea una locura.
-Me alegro mucho- Se acerca con delicadeza y me las quita de los brazos, las coloca en la mesa y añade - Por suerte no necesitas ponerlas en agua, éstas no se marchitarán.
No puedo evitar mirarlo y sonreír. Me corresponde con otra sonrisa. De repente, empiezo a encontrarme mal, me disculpo y voy al baño. Me miro al espejo, tengo la cara un poco palida. Me echo un poco de agua y espero a que se me pase. En unos minutos parece que me encuentro mejor.
-Trece, ¿Todo bien?
-Si -Respondo, aunque no estoy muy segura de que sea cierto-  Es sólo que me he mareado un poco.
-Vaya... Estaba a punto de preguntarte si querías desayunar conmigo. Puedo preparar tortitas.
"Tortitas" ... No sé hace cuanto que no las como, me recuerdan a aquellos días felices en los que mi madre nos despertaba a mí y a mis hermanos los domingos con el olor del chocolate recién hecho una ración de deliciosas tortitas con nata.
- En seguida salgo- Digo, vuelvo a echarme agua en la cara. Parece que tengo mejor color.
Salgo despacio, me mira con cara de preocupación. 
-¿Cómo estás? - Sin esperar respuesta continúa hablando- Tal vez sea el fármaco, ¿Necesitas algo? 
-Tranquilo, está todo bien.
Sonríe. Salimos de la habtación. En los días que llevo aquí a penas he salido de la habitación, por lo que la casa me parece un laberinto, él en cambio ha vivido allí siempre y camina seguro entre tantas puertas y pasillos. Me guía hasta una preciosa cocina, me invita a sentarme y comienza a preparar las tortitas. 
Sé que no termino de encontrarme bien pero me esfuerzo en ocultarlo. Él es un doctor nazi, y yo una judía. Ha prometido enamorarme. Y yo me esfuerzo en disfrutar cada minuto porque no sé que tiempo me queda. Me aseguró que el fármaco no me mataría pero algo me dice que si. No creo que me haya mentido, pero tampoco creo que lo sepa. Estoy convencida de que piensa que no me hará nada. No sé si lamentarme más por él o por mí misma. De nuevo me encuentro mejor, tal vez esté exagerando.
-Aquí tienes- Dice, y pone ante mí un plato de tortitas. Me sirve un poco de café en una taza y hace lo propio consigo mismo.
-Gracias, doctor.
-Llámame Wilhem, por favor. No puedo enamorarte si no me dejas.
Sonrío. Me parece encantadora su iniciativa, pero no puedo evitar pensar que va a matarme. Sin querer o queriendo ese hombre forma parte de esa masa humana que me arrancó de los brazos de la tranquila vida que llevaba. Es parte del movimiento que mató a mi familia, que me quitó el nombre y me rebautizó como Trece, que me condujo a un campo de concentración. 
Sé que no puedo juzgarlo a él por lo que han hecho sus semejantes, eso es lo que hacen ellos. Pero tampoco puedo olvidar quien es. No creo que pueda enamorarme de él, no creo que él llegue a enamorarse de mí. Pero tiene algo, algo que me hace dudar de lo que pienso. Tiene esa magia en la mirada de la que tanto leí en mis libros. Quizá aún no sienta mariposas en el estómago, pero empiezo a notar oruguitas.
Estoy a punto de levantarme de la mesa cuando los mareos me hacen quedarme en el sitio. La cabeza está a punto de reventarme. Si voy a enamorarme tendrá que ser rápido.
-Wilhem...
-¿Si?
-Gracias por todo y ... Por las rosas, ha sido un detalle precioso.
Sonríe. Y ahora si, creo que las orugas se han convertido en crisálidas y las mariposas están a punto de salir.

8 comentarios:

  1. Oh, dios mío, espero que no le ocurra nada y que se mejore porque yo quiero saber qué más pasa...
    Soy LeoPresumida, del blog Amarrado a ti, pero me he cambiado el nombre, digamos que más o menos he salido del anonimato jaja
    ¡Un beso muy muy muuy grande! <3

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  2. Jo, cada capitulo me engancha más. ¿Cómo acabarán Trece y Wilhem? Me da muchísima curiosidad jajajaja. Sube el próximo capítulo pronto.
    Un besito.

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  3. ¡¡Ala!! Esta super chulo :O
    ¿Estas escribiendo un libro?

    Un abraaaaaazo :3
    paisajesyfotografias.blogspot.com.es

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  4. Tienes una bonita manera de narrar la historia que se está poniendo muy interesante, he leído el capítulo II y III de un tirón. Habrá que esperar….
    Cariños…

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  5. Me ha hecho un poco de gracia, aunque las tortitas me recuerdan tanto a estados unidos que me pregunto si de verdad las tomarían en la segunda guerra mundial, jajaja
    A ver si Trece se pone bien, porque vamos... pobrecita.
    ¡Un besín!

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  6. Esta historia cada vez me atrapa másss, espero que subas el próximo capítulo dentro de poco, un beso!

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  7. Wow, me encanta el talento que tienes *.*
    Estaré por aquí siguiéndote, tienes un blog hermoso, por cierto :)

    Un beso, Candy ♥

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